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Cerco a Trump

Qué tanto puede hacer un presidente que permanece bajo sospecha y que sin duda tendrá que enfocar buena parte de sus esfuerzos en desvirtuar las múltiples acusaciones.

Quizás desde el caso Watergate, por el cual cayó hace 46 años el presidente Richard Nixon, no se vivía en Estados Unidos una trama de dimensiones como las que hoy enfrenta Donald Trump.

No son uno, ni dos, los escándalos que enfrenta el todopoderoso presidente norteamericano, cuyo círculo empieza a cerrarse y dos de sus hombres más cercanos ya han sido condenados o han aceptado su culpabilidad. Por un lado, está el caso de Paul Manafort, su exdirector de campaña, que el martes fue condenado por evasión fiscal y fraude bancario. Y por el otro, el de quien fuera su abogado y hombre de confianza, Michael Cohen, quien acaba de declararse culpable de financiación ilegal de la campaña de Trump, tras aceptar que, por órdenes del entonces candidato republicano, le pagó a dos mujeres para que estas no revelaran que sostuvieron relaciones con él; todo para protegerlo en la época electoral. Cohen también fue acusado de cinco cargos por fraude fiscal y uno financiero.

Otro frente que Trump enfrenta es el que sigue el fiscal especial Robert Mueller en lo que se ha denominado ‘La trama rusa’, en la que se intenta probar la injerencia del presidente Ruso Vladimir Putin en las elecciones que lo dieron como ganador. A esto se suman también los constantes escándalos sexuales que han acechado al mandatario, casi desde el momento mismo en que entró a la Casa Blanca. 

La declaratoria de culpabilidad de Cohen, es, quizás, el mayor problema que enfrenta hoy Trump, pues su versión lo incrimina directamente en la orden de pagar 130 mil dólares a una actriz porno para comprar su silencio. Con la condena a su abogado, Trump podría estar muy cerca de ser llamado a declarar, cosa grave que podría hacer evidentes contradicciones en su testimonio. 

Pero más allá del final que tengan estos escándalos -sin descartar ninguna opción, incluso que termine apartado del cargo-, para todos, pero en especial para los norteamericanos, es vergonzoso tener a un hombre con estos antecedentes dirigiendo el destino de su nación y el de buena parte del planeta. Ningún mandatario en la historia de esa nación había tenido tantos escándalos a la vez. 

Déspota, misógino, desconocedor de la libertad de prensa, Trump no representa los valores de la democracia norteamericana.  Su falta de tacto y conocimiento sobre temas trascendentales, a los que les ha dado un trato superficial como el cambio climático, la salud, la migración ha mantenido a su gobierno como noticia permanente en los diarios de todo el mundo.

Poco más podía esperarse de un presidente que adelantó una campaña basada en el racismo y en mentiras repetidas hasta convertirlas en verdades; una campaña cuyo manejo fue también objeto de escándalo por el manejo inapropiado de datos de millones de usuarios.   

Ahora que la situación de Trump se ve más complicada que nunca por el caso Cohen, vale la pena preguntarse qué tanto puede hacer un presidente que permanece bajo sospecha y que sin duda tendrá que enfocar buena parte de sus esfuerzos en desvirtuar las múltiples acusaciones de las que ha sido objeto y que podrían llevarlo a convertirse en el segundo presidente en verse obligado a dejar su cargo.

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Miércoles, 22 de Agosto de 2018
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