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Editorial
¿Chalán o expresidente?
Pero no es como Uribe asegura: no lo grababan a él, sino a los delincuentes...
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Martes, 20 de Febrero de 2018

“Este texto contiene lenguaje vulgar y procaz”

Los expresidentes, aunque algunos de ellos se resistan a aceptarlo, son seres humanos, con las mismas virtudes, debilidades y flaquezas, o tal vez más, que los hombres y mujeres que fueron sus gobernados. También son, obvio, mortales; es decir, no trascienden al Olimpo en carne y hueso, como lo sospechan.

Pero, esta circunstancia tan prosaica de ser iguales a los demás, no exime a ninguno de ellos, al menos en Colombia, de comportarse como alguien que, por la decisión de los ciudadanos estuvo revestido durante ocho años de los máximos honores de ser el primer ciudadano.

Por esta razón, causa sofoco, por decir lo menos, saber que el expresidente Álvaro Uribe Vélez se refiere a los máximos responsables de la Justicia y la Fiscalía como a ‘esos hijueputas’. Así, sin rodeos, sin sonrojos, con el lenguaje barriobajero de los chalanes de sus haciendas. Él, expresidente, senador, así lo escupió en charla telefónica con un sospechoso. Después de tanto honor, ¿tanta indignidad?

El contenido del escandaloso diálogo se conoció hace pocos días, cuando la Corte Suprema de Justicia ordenó investigar a Uribe por la posible manipulación de testigos para perjudicar al también senador Iván Cepeda, en un proceso circular que los enfrenta desde hace un buen tiempo.

Hay antecedentes del lenguaje ramplón y vulgar y de la procacidad fácil del senador Uribe. Toda Colombia mantiene en la memoria la voz del expresidente en una charla con el fotógrafo Luis Fernando ‘La Mechuda’ Herrera: ‘Si lo veo, le doy en la cara marica…”

En esta oportunidad, la reacción del expresidente ante la decisión de la Corte es, también, lamentable.

Además de la manera destemplada como vuelve a referirse a los magistrados, se hace palpable el afán del senador por intentar desviar la atención general de lo que realmente sucede: lo investigan por un delito —otro más—, con base en cosas que él dice en charlas telefónicas grabadas legalmente.

Pero no es como él asegura: no lo grababan a él, sino a los delincuentes y a los sospechosos con los que él, un expresidente de la República y senador activo, mantiene estrechas relaciones de amistad muy cuestionables. ¿Qué culpa tiene la estaca…?

Que él y sus contertulios telefónicos sean viejos conocidos, como lo admitió Uribe, no parece una razón aceptable para que un dirigente nacional mantenga estrechas relaciones con ellos, y menos en torno de un proceso penal que puede derivar en consecuencias quizás inesperadas y desagradables…

El hecho concreto del episodio es que el investigado ya no es Cepeda, por las denuncias de Uribe, sino Uribe, por decisión de la Corte, que encontró méritos para hacerlo, por el mismo delito que denunció: manipulación de testigos. Y si al final, el expresidente resulta inocente o no, es otra cuestión.

Desde luego, Uribe considera que cualquier investigación en contra suya es  resultado de actos de parcialidad de la Justicia, que no puede dejarlo tranquilo.

Pero, sin hacer de jueces, las grabaciones, reproducidas por todos los medios de comunicación, dejan muy mal parados a Uribe y sus amigos, acusados de ser los fundadores del paramilitarismo, en la finca Guacharacas, que era del senador.

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