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Editorial
Ciudad internacional
En estos días de flexibilidad que ha permitido la llegada de los venezolanos en sus vehículos hasta la capital de Norte Santander, hace pensar que muchas inversiones y decisiones locales deben acelerarse. 
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Miércoles, 11 de Enero de 2023

Quedó atrás y, ojalá para siempre, esa guerra fría, la complicación en el intercambio bilateral y el rompimiento de las relaciones colombo-venezolanas. Teniendo eso claro, debemos tener presente que Cúcuta tiene una condición absolutamente diferente a la de la mayoría de ciudades colombianas y, por eso, debería actuarse en consecuencia. 


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En estos días de flexibilidad que ha permitido la llegada de los venezolanos en sus vehículos hasta la capital de Norte Santander, hace pensar que muchas inversiones y decisiones locales deben acelerarse. 

Por ejemplo, la Alcaldía debería avanzar más rápidamente en arreglar la parte de la malla vial que lleva hacia la zona comercial de la ciudad, por lo menos, puesto que la mala imagen ya no solo se está quedando aquí sino trascendiendo al Táchira. 

Es decir, las actuaciones y consideraciones deben dejar de ser ‘parroquiales’ e ir más lejos, entendiendo que ese pasado del que hablamos en el primer párrafo empezó a borrarse y que por lo tanto los problemas se hacen más notorios y más complicados, si se quiere. 

Es decir, la Secretaría de Infraestructura, por ejemplo, debe de ponerle el acelerador a fondo a los planes de asfaltado porque, aparte de que la queja por los huecos ya no será municipal sino binacional; el solo hecho del incremento del tráfico, genera mayor deterioro en las vías y por esta razón lo mejor es invertir lo más pronto posible en la operación anti-baches. 

A ese despacho, además, le corresponde también buscar que los proyectos de mejoramiento de las avenidas de las Américas y Kennedy se concluyan rápidamente y de manera eficiente, porque se encuentran dentro de áreas en que la reapertura del tráfico fronterizo requiere contar con vías en buen estado. 


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Y ese cambio de chip, como se dice en estos tiempos, tiene que manifestarse con urgencia en el manejo de la circulación y tránsito para que la movilidad sea fluida en el área metropolitana, asunto que debe trascender e involucrar a los seis municipios que hacen parte de esta subregión. 

Las administraciones de Cúcuta, Villa del Rosario, Puerto Santander, Los Patios, San Cayetano y El Zulia deben entender que este nuevo efecto fronterizo es un asunto transversal que debe ser tenido en cuenta en todos los asuntos que se desarrollen de ahora en adelante. 

Así como en su momento el éxodo de venezolanos cambió el paisaje y ha conllevado la adopción de políticas públicas para asumir ese complejo asunto, ahora la reapertura frontera colombo-venezolana implica también desafíos en la vida municipal y regional a los cuales nos tenemos que adaptar con medidas y programas adecuados. 

Eso implica que las inversiones que se habían retrasado hay que hacerlas ya, porque el cordón umbilical con Venezuela volvió a cobrar vida desde la legalidad y la regulación, hecho que tiene que llevar a Cúcuta a moverse, pensar y actuar como una ciudad internacional. 

Al volver a adquirir ese papel dentro de la también antes conocida como frontera más viva de América Latina -como le decían a la zona Táchira-Norte de Santander- es más que obvia la urgencia de avanzar con más ímpetu en la mejora de la infraestructura, en poner a funcionar el Acueducto Metropolitano y en llevarla a ser un área atractiva para la inversión en industrias que nos ayuden a romper ese cuello de botella del empleo y subempleo.

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