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Colegios quebrados

“La economía de los dos años anteriores fue desastrosa para los colegios privados, porque se perdieron cerca de unos 4.000 empleos directos”, dijo Ángel Suárez, presidente de la Asociación de Instituciones Educativas de Norte de Santander

En los detalles se encuentran la mayoría de las veces las razones sobre el por qué muchas situaciones que ocurren, como por ejemplo de ese mal ‘pandémico’ que desde hace años nos acompaña como es el desempleo en Cúcuta y el área metropolitana, que además en tiempos de coronavirus registró un aumento.

Resulta que uno de los sectores que contribuyó desde los puntos de vista humano y  estadístico, es la crisis a la que se  vieron  abocados muchos colegios privados, que en terminología escolar pudiéramos decir que ‘perdieron el año’ frente al embate de dicha enfermedad.

Ahí se advierte que este renglón muy importante para la formación  académica de niños y jóvenes contribuyó a alimentar ese gravoso problema socioeconómico, como consecuencia del cierre definitivo de 58 establecimientos educativos en Norte de Santander, desde cuando apareció la COVID-19 y desató toda la serie de efectos nocivos sobre la vida, la salud, la  economía y los comportamientos sociales.

Como la presencialidad se cerró súbitamente y la virtualidad llegó, muchos de esos planteles no lo resistieron porque aunque buscaron adaptarse, finalmente las familias de muchos de los niños que estudiaban en ellos, decidieron retirarlos porque la pérdida de trabajos y de recursos los llevó a tomar  esa decisión.

Fue entonces así que dicho tejido escolar manejado desde el sector privado se redujo de 168  instituciones a 110, de acuerdo con los datos suministrados por Ángel Suárez, presidente de la Asociación de Instituciones Educativas de Norte de Santander.

Ese hecho es muy grave si lo contrastamos con la Constitución y el derecho que se consagra a la educación, razón por la cual la institucionalidad pública, tanto nacional como regional, deberían de entrar a considerar planes de rescate de esos colegios que tuvieron que dejar de funcionar en medio de la crisis provocada por la pandemia.

El siguiente número debería ser suficiente para que una acción de esa naturaleza empezara por lo menos a evaluarse: pues tanto la quiebra de ese número de instituciones como la calamitosa situación económica de los colegios privados en 2020 y 2021, ocasionaron que 4.000 personas perdieran el empleo.

Entre quienes quedaron sin trabajo se encuentran docentes, personal de apoyo, psicólogas, secretarias, porteros y demás personal.

Y otro asunto relevante es que los planteles que padecieron el impacto definitivo fueron en su mayoría aquellos con más de 25 y hasta 40 años de actividades de formación y educación de niños, adolescentes y jóvenes en la región.

Pero como si lo anterior fuera poco, 7.500 estudiantes dejaron de asistir a estos 58 colegios privados que tuvieron que cerrar. Y ahí viene un interrogante: ¿qué pasaría con la mayoría de esos alumnos? ¿Se fueron a colegios públicos? o debido a esta cruda situación, ¿hoy están por fuera del sistema educativo?

En el entendido que la educación es algo fundamental no solo desde el punto de vista personal o familiar sino para la sociedad y la región en general, este es un tema que no debe dejarse solamente como un suceso más dentro del cúmulo de hechos diarios, porque no es de poca monta lo que ha ocurrido.

Y como la situación sigue siendo complicada, los ministerios de Educación Nacional y de Hacienda, deberían darles un salvavidas adicional a muchos de los colegios privados que siguen funcionando, la aprobación de subsidios educativos así como se hizo en pandemia y lograr que más estudiantes vuelvan, puesto que sus padres perdieron el empleo, están ahogados en deudas o sus ingresos han sido severamente recortados.

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Jueves, 27 de Enero de 2022
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