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Editorial
Con las disidencias
La disidencia del frente 33 de las Farc se aglutina dentro del “Estado Mayor Central” con el que el Gobierno del presidente Gustavo Petro acaba de iniciar un proceso de negociación de paz.
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Miércoles, 15 de Marzo de 2023

Ataques contra el helicóptero que transportaba al entonces presidente Iván Duque o la dotación de una poderosa carga de explosivos en el interior de la Brigada 30 y el atentado en el aeropuerto Camilo Daza, son algunos de los graves hechos perpetrados por la disidencia de las Farc, en Norte de Santander.

Su accionar de desafío contra la Fuerza Pública ha llevado también a esa organización a patrullar las calles de Tibú a tomarse fotos de sus miembros fuertemente armados al frente de la Alcaldía y también a llevarse a la vista de todos y después ajusticiar a sangre fría a dos menores señalados de ser ladrones.

La disidencia del frente 33 de las Farc hace parte del  Bloque Magdalena Medio que se aglutina dentro del “Estado Mayor Central” con el que el Gobierno del presidente Gustavo Petro acaba de iniciar un proceso de negociación de paz.

En esto hay algunas diferencias que son bueno precisar para tener claridad con el fin de buscar que a Norte de Santander se le dé un papel de trascendencia dentro de la mesa que se instale con ese grupo que  como se ha visto, ha tenido una  grave implicación como factor generador de violencia, no solo en el Catatumbo, sino en la misma capital nortesantandereana.

Lo primero es,  que el llamado “Estado Mayor Central”  y los grupos que lo conforman no firmaron el acuerdo de paz, en 2016, entre las Farc y el gobierno del hoy expresidente Juan Manuel Santos.

Por tal motivo es factible que haya  esta posibilidad, porque la Presidencia les dio el carácter político a estos disidentes  que no rubricaron con su firma el anterior acuerdo y  eso fue lo que abrió la posibilidad para que la Fiscalía General de la Nación les levantara las órdenes de captura a 19 cabecillas.

Ahí no apareció Jhon Mechas, por el bloque de esa organización disidente en Norte de Santander, precisamente por la magnitud de los hechos criminales en los que está señalado.

La sociedad civil de las regiones martirizadas tanto rural como urbana, debe contar con la posibilidad de jugar un papel protagónico en este ‘segundo proceso de paz’ como lo denominó el presidente Petro, porque sería la oportunidad para intentar no repetir los errores señalados en el proceso llevado a cabo con el grueso de esa organización guerrillera.

La importancia de nuestro departamento en esta nueva opción hacia  la paz hay que defenderla y consolidarla, porque no olvidemos que el grupo con quien el Estado ahora se va a sentar a buscar una salida negociada al conflicto, tiene alta presencia en esta zona fronteriza, pues no olvidemos que Cúcuta, San Calixto, Sardinata, Tibú, Convención, El Tarra, Hacarí y Ocaña, han resultado gravemente afectados.

Incluso, se debería auscultar desde la administración seccional o la Iglesia católica, por ejemplo, lo expuesto por el Bloque Magdalena Medio a través de alias Darwin, quien al exponer su disposición de acogerse la apuesta de paz del Gobierno, dejó en claro que “la agenda debe ser distinta para el Catatumbo”.

Si este anunciado compromiso se confirma, el departamento tiene que proceder a prepararse a tener un liderazgo en esta nueva etapa hacia la consolidación de esa esquiva paz en nuestra región en donde hacen presencia todos los grupos en conflicto.

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