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¿Cuál deporte?

Es triste, en realidad, vergonzoso, que Norte de Santander y Cúcuta figuren en los últimos lugares de casi todas las disciplinas deportivas.

Una de las consecuencias de ignorar la historia es que se vuelve fácil hacer el ridículo, y luego tratar de ocultarlo todo detrás de un hilo.

Colombia sabe que Cúcuta es la cuna del baloncesto y del rugby, y que es una ciudad de la que salieron grandes deportistas. Todavía surgen, y muy buenos, pero muy pocos, pero gracias al interés de la empresa privada o de instancias como Coldeportes, que los apoyan hasta donde pueden. 

Pero los demás —que deberían ser muchos, porque la historia deportiva de la ciudad así lo indica—, se echan a perder de manera lamentable, porque en entidades oficiales como el Instituto Municipal para la Recreación y el Deporte (IMRD) consideran, con algún argumento quizás contundente, pero no explicado, que para el deporte local es mejor contratar abogados de 3,5 millones de pesos mensuales cada uno, que monitores o entrenadores para las escuelas y los barrios.

Monitores a los que, entre otras cosas poco claras en el IMRD, solamente los nombran por períodos de hasta cinco meses (de su idoneidad, por supuesto, debe tener conocimiento suficiente el director).

Quizás el conocimiento deportivo esté en la cabeza de la funcionaria que, a costo de 34 millones de pesos por 11 meses, el director nombró para ‘fortalecer la imagen institucional mediante el seguimiento organización, promoción y difusión de las actividades misionales, comerciales e institucionales de la entidad…’

Es triste, en realidad, vergonzoso, que Norte de Santander y Cúcuta figuren en los últimos lugares de casi todas las disciplinas deportivas, y que los pocos que sacan la cara por la región sean deportistas hechos por ellos mismos y sus familias, porque el dinero destinado para ellos va a dar a cuentas bancarias de abogados.

¿Será que en una competencia de juristas, los del IMRD estarán entre los primeros? Al menos en cuanto a salarios no están tan mal. Con sus sueldos y los de la funcionaria que fortalece la imagen del organismo podrían pagarse al menos 60 o 70 monitores. Desde luego, de los que no tienen padrinazgos cuestionables…

O se podría pagar el mantenimiento de varios de los 114 parques que dejó la pasada administración y de los que nadie se ocupa hoy en el flamante instituto de la recreación y el deporte. Es oportuno recordar que esos parques le costaron al Municipio tal vez la mitad del dinero gastado por el IMRD de hoy.

Los abogados, se sabe, son los encargados de deshacer entuertos, y, a menos que haya otra explicación lógica, razonable, convincente, la opinión pública seguirá pensando en que o el instituto es una cuna de líos jurídicos de marca mayor, o la dependencia ideal para pagar favores.

Pero, ¿líos jurídicos o de otra clase, por qué razón? ¿Quizás por el estadio General Santander y los detalles de la inversión de 600 millones que, según dice el director, se hace en ese escenario?

Tal como están las cosas, parece que algo más que actividades recreativas y de deporte se hace en el IMRD. Porque, la explicación oficial para contratarlos no es clara: ¿es tan complicado aplicar un modelo de contrato, igual para todos, a decenas de monitores, como para tener un bufete de abogados al alcance de la mano? Muy difícil de entender…

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Viernes, 24 de Noviembre de 2017
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