La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

Cuidar nuestros pueblos

El coronavirus no se ha ido, incluso estará con nosotros en las fiestas decembrinas y durante parte  del año entrante.  

En pocos días estaremos en Norte de Santander marcando en el calendario una fecha para recordarnos a todos la gran encrucijada en que nos encontramos enfrentando por la emergencia sanitaria, como es la relacionada con la aparición del coronavirus en la región hace ya seis meses.

A pocos días de cumplirse ese tiempo pandémico, las cifras del Ministerio de Salud indican que en tierras nortesantandereanas la COVID-19 marca 13.429 contagios y que según los estimativos en Cúcuta nos encontraríamos en la fase de ascenso de los casos en búsqueda del pico que podría alcanzarse en octubre.

Ese punto en específico, el del aumento de los casos y la velocidad de la propagación, es el que nos debe de preocupar en este momento en que se han relajado las medidas por parte del Gobierno y en que se han abierto más actividades económicas y sociales.

Por ejemplo, quienes viven en Cúcuta y el área metropolitana y tienen cabañas o las alquilan en Chinácota, deben de ser absolutamente responsables y acatar todas las medidas de bioseguridad para ir de visita a este municipio turístico, que fue reabierto, luego de que el Ministerio del Interior considerara innecesario mantener estrictas restricciones de acceso.

Y eso es necesario tenerlo presente puesto que en la ciudad capital se concentra el más alto porcentaje de contagios, y luego en la eventualidad de que se desacaten exigencias como llevar el tapabocas y guardar el distanciamiento físico en tierras chitareras, la situación podría ser calamitosa para esa localidad desde el punto de vista de salud.

Dentro de lo que se ha ido denominando como la nueva normalidad y realidad impactada por el virus, la responsabilidad individual entra a jugar un papel fundamental para resguardar y proteger a la población en general, hecho que lamentablemente no se cumple a cabalidad en esta zona fronteriza y en general en todas nuestras ciudades.

Quienes residimos en ellas debemos entender que llegar de visita a localidades más pequeñas para pasar el fin de semana y dejar el hastío por el encierro prolongado, puede desencadenar en un riesgo potencial de contagio masivo, poniendo en riesgo a los campesinos que en sus parcelas y fincas son quienes finalmente nos surten los alimentos que ellos producen.

Salir para la finca, la cabaña, la hacienda, la parcela o la casa de descanso, a cualquiera de los municipios nortesantandereanos a donde acostumbramos a ir de paseo y esparcimiento, requiere hoy de una  conducta y una disciplina estrictas, en el entendido que el coronavirus no se ha ido y que incluso estará con nosotros en las fiestas decembrinas y durante parte  del año entrante.

Es entendible que luego de cumplir el exigente confinamiento muchos quisieran salir a las calles y plazas como si nada estuviera pasando y retornar a lo que se hacía hasta antes de marzo de este 2020, épocas que producto de este ataque pandémico de la COVID-19, tenemos que saber que no volverán y serán parte del recuerdo.

Por eso, debemos cuidar a nuestros pueblos, que para muchos es conservar las raíces filiales con abuelos, tíos o padres que están allá labrando la tierra, o conservando las tradiciones lugareñas y ayudando a impulsar el turismo hacia esas localidades, que ahora cuando todo está reactivándose deben ser tratadas con sumo cuidado.

Actuar con mesura, acogidos a las reglas básicas de comportamiento en esta temporada viral hará la diferencia, que incluso podría empezar a ayudar a entender que las nuevas ciudadanías tienen que ir más allá del simple interés particular o grupal mínimo, para ser un conglomerado donde se actúa en función de un todo.

Image
La opinión
La Opinión
Viernes, 11 de Septiembre de 2020
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día