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Editorial
De mal en peor
No hay día en que las noticias sean sobre la ocurrencia de delitos en Cúcuta y en varios municipios de Norte de Santander.
Viernes, 16 de Octubre de 2020

‘Constantes atracos en el área metropolitana’. ‘Preocupación por inseguridad en Pamplona’. ‘En pandemia no cesan los asesinatos de líderes sociales’. ‘Millonario atraco en el barrio Aeropuerto deja un herido’.

No hay día en que las noticias en el periódico, la radio o la televisión sean sobre la ocurrencia de  delitos en Cúcuta y en varios municipios de Norte de Santander. Los analistas hablan de percepciones de inseguridad, pero la realidad en cualquier esquina, el supermercado o establecimiento comercial, es de un sentimiento de impotencia ante el hampa.

Se ha llegado a tales extremos, que hasta los atracadores tienen tiempo de llevarse hasta la última moneda de los negocios que asaltan y de paso robar a los clientes o personas que se encuentren cerca.

De verdad que la operatividad de  las autoridades encargadas de la seguridad ciudadana da muestras de tener fallas que no les permiten devolver el imperio de la ley a las calles, donde los que mandan son los atracadores, los microtraficantes y toda clase de delincuentes.

Es válida la inquietud ciudadana sobre el por qué están notando como a las busetas, que volvieron a ser terreno preferido de los asaltantes, se suben los delincuentes, entre los cuales uno les entrega las armas para que los demás roben  a los pasajeros y al conductor.

Esto significa que son bandas organizadas las que cometen ese tipo de asaltos, sin dejar de ser muy grave y preocupante la acción de los ladrones motorizados que en masa llegan a atracar a quienes han seleccionado como objetivo para arrebatarles sus pertenencias.

A esta problemática hay que darle el verdadero matiz que requiere, porque es delicado que ahora en cualquier lugar céntrico o concurrido de la ciudad se desatan balaceras en medio de los atracos.

Dicho escenario debe llamar a considerar una transformación  al esquema con el cual la Policía adelanta la lucha contra delitos  callejeros, incluyendo esos asaltos, de lo contrario el coronavirus pasará a ser un juego de niños frente a la oleada de la inseguridad, la cual seguramente se ha visto incrementada por la situación de desempleo y pobreza en aumento por la verdadera pandemia.

Si es necesario cambiar el sistema de los cuadrantes policiales, pues que lo hagan. Si el problema radica en pie de fuerza, que lo amplíen. Si la operación necesita de más labores de inteligencia, que se haga, para ir tras ellos y ponerlos a buen recaudo. Y si es indispensable el fortalecimiento con equipos y tecnologías avanzadas para confrontar a quienes están imponiendo un imperio del miedo en la ciudad y los municipios cercanos, no hay duda que deben hacerse las inversiones necesarias en ello.

Lo que no debe permitirse, desde el estricto punto de la operatividad y las acciones para enfrentar a la delincuencia, es que la fuerza encargada de ello parezca haber sido superada por las organizaciones delincuenciales.  

Precisamente por ese estado de indefensión del ciudadano frente los bien armados y equipados ladrones, es que se escuchan las voces que reclaman convertir esta zona en un ‘medio oeste americano’, permitiendo portar armas con salvoconducto, hecho que podría resultar siendo peor que la enfermedad.

Sin duda, la Policía debe entender que revisar y cambiar estrategias no es ceder ni admitir errores, sino mejorar para devolver la tranquilidad ciudadana.  

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