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Editorial
Del Eln a la invasión
Colombia no está ni en ánimo ni en condiciones de guerrear con nadie, así sea un vecino incómodo.
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Martes, 13 de Febrero de 2018

Por menos de lo que hace Venezuela con Colombia, al permitir que guerrilleros del Eln —como antes fue con las Farc desde los años 80—, en otras zonas del mundo estarían sonando los tambores de la guerra.

No hay duda de que Venezuela está en su derecho de acoger al extranjero que le plazca, basándose en razones de Estado, siempre oscuras, siempre inexplicadas, y en todo caso, siempre orientadas por el mandatario a garantizar la salud del Estado del que es la cabeza visible. De ordinario, estas razones intentan perjudicar al vecino. De eso se trata, precisamente, de mantener el poder y la soberanía de un Estado, a costa de los demás.

Y una manera muy recurrente es la de alojar en un territorio a los enemigos del vecino y, si es posible, en casos extremos, usarlos como vanguardia de acciones militares. África es testigo de decenas de guerras por países que permiten que dentro de su territorio permanezcan armados los enemigos del vecino. Y este, argumentando similares razones de Estado, entra en guerra…

La presencia de guerrilleros colombianos en territorio venezolano, a sabiendas de los gobiernos, revolucionarios o prerrevolucionarios, es suficientemente conocida desde finales de la década de los 80. A comienzos de los 90, había relaciones fluidas entre guerrilleros que operaban en Zulia —Machiques, Encontrados, Santa Bárbara— con funcionarios gubernamentales, incluso militares.

Así, no tiene nada de extraordinario que guerrilleros del Eln tengan presencia permanente en la franja fronteriza venezolana frente a Norte de Santander, Boyacá, Arauca y Vichada. Si incluso se habla de que Elorza es algo así como su sede oficial.

Hace dos días, el general Alberto Mejía, comandante de las Fuerzas Militares, sin concretar el lugar dijo que los jefes del Comando Central (Coce) están fuera del país y eso hace imposible capturarlos, pero en octubre sostuvo que estaban en Venezuela, donde reclutan guerrilleros. Un indicio pueden ser los dos muertos a los que la bomba que iban a instalar en un puente en la vía Cúcuta-Pamplona les estalló en las manos.

Esta presencia comprobada es, en cualquier parte del planeta, un casus belli, es decir, claro motivo de guerra.

Desde luego, siempre existe la posibilidad de que un país haga suyas las razones de Estado de otro, verbigracia Colombia y Estados Unidos, algo que se corresponde con los temores venezolanos.

Pero Colombia no está ni en ánimo ni en condiciones de guerrear con nadie, así sea un vecino incómodo, belicoso, atrabiliario y ofensivo, convertido en enemigo tenaz, y, la verdad, Venezuela, tampoco, no por falta de ganas, sino de condiciones.

Desde luego, siempre existe la posibilidad de que un país haga suyas las razones de Estado de otro, verbi gracia Colombia y Estados Unidos, algo que se corresponde con los temores de Venezuela expresados a través de su fiscal y defensor del pueblo, Tarek Saab.

Pero hay una realidad que sin duda conocen los dos gobiernos: cualquiera de los dos que ataque, estará afectando a sus ciudadanos, haciéndolos víctimas y, quizás, matándolos. En Venezuela hay decenas de miles de colombianos, y en Colombia, otro tanto de venezolanos.

Así que invadir y bombardear como lo gritó Saab, solo son palabras. O, al menos, eso queremos creer.

 

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