La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

Demarquemos el progreso

Se ven unos cuadros amarillos pintados en el pavimento, donde la idea es que se instalen las ventas.

Demarcar las calles céntricas de Cúcuta para permitirles a los vendedores ambulantes montar sus puestos de mercancías vuelve a poner en el radar un hecho derivado de las pésimas condiciones sociales como la  pobreza extrema, falta de oportunidades de trabajo, informalidad inatajable, rebusque desbordado y maltrechas  situaciones económicas.

A la mente llegaron los recuerdos vividos o referenciados de aquellos tiempos del siglo pasado en que calles como la 12 estaban llenas de casetas que finalmente fueron levantadas cuando se  produjo el masivo despeje del espacio público en el corazón de la ciudad.

En la que se llamó primera  fase de la caracterización de censo de  informales, la Alcaldía ha referenciado a 1.220 personas ejerciendo esa actividad.

Por eso ahora se ven unos cuadros amarillos pintados en el pavimento, pegados al andén, donde la idea es que se instalen las ventas, guardando el distanciamiento físico requerido en estos tiempos pandémicos. Pero si el orden no se lograba en aquella época pasada en que presuntamente todo era normal, ahora en la era signada por la COVID-19 la situación es igualmente complicada en lo referente con ese mal urbano.

Y como si ya la situación no fuera lo suficientemente complicada, los rumores que a la Policía y la Fiscalía les corresponde aclarar y proceder en consecuencia -es decir- investigando, capturando y llevando a los jueces, es que de organizaciones delincuenciales estarían cobrando especies de ‘vacunas’ a quienes están vendiendo en las  calles, como si fueran dueñas de esos lugares.

Y hablando de propiedad, lo que debe dejarse completamente claro a  la ciudadanía en general, es que ninguna persona natural o jurídica pueden adueñarse o aparecer de la noche a la mañana diciendo que el andén, la calle o el parque son de su propiedad, porque eso no es cierto y tampoco es posible dentro del ordenamiento legal.

Aquí lo que se impone es que rápidamente la Alcaldía de Cúcuta concluya el conteo de los ambulantes y estructure una propuesta innovadora que concuerde con la situación que hoy día enfrenta el planeta.

Es decir, que no seamos una ciudad  dedicada en gran proporción a la actividad comercial -ya sea formal o informal-, sino dar un volantazo en donde la productividad y la industrialización sean el eje conductor de la Cúcuta pos-COVID-19, pues aquí hay unos interesantes antecedentes históricos sobre cómo nos hemos levantado, específicamente después del terremoto de 1875.

O si no recordemos que la ciudad tuvo tranvía, tren y fue  sede de grandes empresas e incluso estuvo entre las primeras en Colombia en contar con luz eléctrica en las calles y viviendas.

Luego, la idea es que  más allá de esos buenos recuerdos, nos volquemos unidos en un esfuerzo sin celos políticos, económicos o de clases sociales, a sacar entre todos a la ciudad adelante, con unas ideas y proyecciones concretas y realizables, que se midan en puestos de trabajo, en redención social y en constituir un fuerte sistema empresarial local que incluya, lógicamente, a los demás municipios del departamento.

Por ejemplo, entre las metas que se  trazaran es que por lo menos en las  dos siguientes décadas nos bajemos y alejemos para siempre del podio con esos índices desalentadores de pobreza, subempleo, desempleo y desigualdad social, para así tener una Cúcuta y una región fronteriza prósperas e incluyentes.

Viernes, 10 de Julio de 2020
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día