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Editorial
Desalmados
En el lenguaje llano, “fallas en los protocolos de seguridad” puede significarle a la opinión pública desde el olvido de uno o varios guardianes de que una cizalla es lo que menos debe haber en la cárcel, hasta cohecho y soborno, pasando por la laxitud involuntaria, por la rutina, en el manejo de los controles y la vigilancia.
Miércoles, 1 de Abril de 2015

Si por suerte o por la razón que sea la Policía no le apaga al Inpec el incendio que dejó la fuga de Christopher ‘Desalmado’ Chávez Cuéllar, el acusado de asesinar a cuatro niños en febrero en Caquetá, a esta hora el país entero estaría convertido en un infierno de conjeturas, acusaciones y vergüenza nacional.

‘Desalmado’ huyó el domingo en la madrugada de la prisión Las Heliconias, de Florencia (Caquetá), y hasta que fue recapturado, horas después, por la Policía, todo el aparato burocrático del Estado entró en cuestión ante la opinión pública, hastiada de hechos y noticias lamentables.

El sospechoso se abrió camino apoyado en una poderosa cizalla enviada desde la calle, con la que fue eliminando obstáculos, hasta quedar libre y con todo listo por si había que huir a Ecuador: había diseñado un plan de fuga imposible de realizar si no se tiene la ayuda del mundo de la corrupción.

De una cárcel nadie se fuga si no lo facilita un corrupto. Si se pudiera huir de allí fácilmente, no habría presos: todos se hubieran ido hace mucho rato. Pero, como la cuestión es con dinero, solo unos pocos reos que lo tienen, lo intentan y lo logran.

El apagón que ocurrió en la madrugada del domingo, por una tormenta, solo fue un accidente que facilitó aún más los planes de ‘Desalmado’ y que por momentos debió aliviar la conciencia del corrupto que permitió la entrada de la cizalla, de todas, la herramienta menos imaginable, aunque más deseada, en cualquier prisión.

El propio director encargado del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), coronel Carlos Julio Pineda Granados, que debió viajar con toda urgencia a Florencia, reconoció que “hubo fallas en los protocolos de seguridad” de la prisión.

En el lenguaje llano, “fallas en los protocolos de seguridad” puede significarle a la opinión pública desde el olvido de uno o varios guardianes de que una cizalla es lo que menos debe haber en la cárcel, hasta cohecho y soborno, pasando por la laxitud involuntaria, por la rutina, en el manejo de los controles y la vigilancia.

Los guardianes de las cárceles son, de ordinario, personas que ofrecen muchas ventajas para que la corrupción las contamine. Además de que les pagan mal, los obligan a que todos los días, durante muchas horas, estén metidos entre los seres más peligrosos del país, los delincuentes.

Al respecto, vale tener en cuenta el sabio refrán según el cual “a quien anda entre la miel, algo se le pega”. Y no lo decimos por justificar conductas delictivas como las que, casi sin dudarlo, debieron facilitarle a ‘Desalmado’ la fuga de la cárcel.

¿Por qué insistir en la corrupción? Chávez salió de su celda, cruzó dos puertas blindadas, recorrió su pabellón, que tenía medidas especiales de seguridad, pasó por una zona de oficinas y fue a parar al patio, donde rompió con la cizalla (encontrada abandonada) las rejas a la calle y salió caminando por un potrero, todo en medio de garitas en las que hay guardianes del Inpec, y ninguno reportó nada. ¿No es extraño?

Sí lo es, y mucho. Por eso, la tarea del Inpec, pero en especial de la fiscalía, se debe intensificar en la búsqueda de los funcionarios (en las cárceles solo hay presos y funcionarios) que permitieron una fuga que hubiera podido convertirse en el peor de los escándalos del sector de prisiones, no tanto por el prófugo en sí, un sospechoso de asesinar a cuatro niños, sino porque todo el país ha estado, como muy pocas veces, pendiente de este caso horrendo.

Oficialmente ya se sabe que al menos hubo fallas en los protocolos de seguridad. Solo falta que comiencen a ponerles nombres de personas a esas fallas.

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