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Desplazamiento

Acosar violentamente a poblaciones ya de por sí aterradas por este ataque pandémico demuestra que la violencia es el único lenguaje  que  conocen quienes actúan de tan demencial manera.

¡Cesen las hostilidades! Dejen de lado la desconfianza y la animosidad. Silencien las armas, detengan la artillería, se le escuchó decir al secretario general de la ONU, António Guterres, cuando el mundo entró en crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus.

Pero lamentablemente en Colombia esta exhortación no tuvo el suficiente eco esperado entre los actores que aún persisten en el conflicto, puesto que los asesinatos de líderes sociales ni siquiera los ha contenido la COVID-19 ni tampoco el desplazamiento de personas.

Y mientras la guerrilla del Eln determinó un cese el fuego unilateral que  va hasta el final de este mes, organizaciones como el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) advirtió que aunque “se ha presentado una reducción sustancial del riesgo humanitario y del riesgo de seguridad” en las zonas donde ha ejercido la violencia, este hecho es de carácter temporal.

Cerac también recordó que en las zonas en las que ahora ha disminuido el conflicto, el Eln sostiene disputas violentas con grupos armados del crimen organizado, como es el caso con Los Rastrojos, en esta parte de la frontera colombo-venezolana, donde han ocurrido hechos sangrientos.

Precisamente, ha causado preocupación por la misma incidencia de carácter sanitario que pudiera generar, fue la reciente amenaza lanzada por Los Rastrojos en el sector venezolano de Boca de Grita, que  provocó la huida masiva de habitantes de esa población hacia territorio de Puerto Santander, perteneciente al área metropolitana de Cúcuta.

La intimidación lanzada por esa organización ilegal hizo erizar de miedo a decenas de personas que empacaron lo primero que tuvieron, tomaron sus hijos y huyeron cruzando el puente internacional La Unión hacia Colombia, hecho que pone a esa banda criminal no solo como responsable de desarraigo internacional sino de violentar la cuarentena sanitaria y de arriesgar doblemente la vida de quienes intimidaron.

Acosar violentamente a poblaciones ya de por sí aterradas por este ataque pandémico demuestra que la violencia es el único lenguaje  que  conocen quienes actúan de tan demencial manera, en clara prueba del aprovechamiento de una circunstancia ajena a estas ‘guerras territoriales’ de grupos  criminales por el control de las  economías ilegales.

Utilizar a la población civil como ‘escudo’ y ‘trofeo’ es considerada como una maniobra inhumana en la que mujeres, niños y hombres que se encuentran en las áreas de disputa pagan las consecuencias, como en este caso concreto, donde dicha organización por medio de un mensaje notificara que atacará a los llamado Boinas Rojas del Ejército venezolano y que no respondería por las consecuencias que sufriera la comunidad.

Indudablemente, actuar así y accionar como lo están haciendo quienes han venido asesinando líderes sociales en medio de esta emergencia sanitaria, es demostrar el desprecio total por la vida y actuar bajo la premisa de que primero están las incursiones criminales al costo que sea y por encima de quien sea, sin importar las consecuencias que esto acarree, máxime ahora que el Estado y la ciudadanía se encuentran librando esta lucha sin cuartel contra el coronavirus.

Qué lástima que Norte de Santander siga padeciendo del grave mal del desarraigo, que como el que acaba de padecer Puerto Santander, como municipio receptor, requiere de urgentes acciones de salud y de acciones sociales por parte del Gobierno Nacional, para evitar que esto degenere en peores dificultades.

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Viernes, 24 de Abril de 2020
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