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Editorial
Día de la Tierra
En Norte de Santander, la deforestación, es uno de los males de alta peligrosidad porque destruye nacientes de agua, acaba hábitat de especies animales y elimina pulmones naturales.
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Jueves, 22 de Abril de 2021

Datos de la Organización Meteorológica Mundial señalan a 2016, 2019 y 2020 como tres de los años más calurosos en el mundo, marcando un camino catastrófico en este siglo en el evento que la humanidad no haga las paces con la naturaleza.

Lo anterior es coincidente con las advertencias de que las emisiones de CO2 vinculadas a la energía podrían continuar en línea ascendente como ocurre desde 1990 cuando fueron de 20.000 millones de toneladas, esperándose un disparo a 33.000 millones este año, ante el resurgimiento del carbón.

Consideraciones como las anteriores deben de llamar a la reflexión en el Día de la Tierra que se celebra hoy, porque de continuar como vamos, esta casa que es la única que tenemos por el momento, podría seguir registrando un catastrófico deterioro con amenaza latente para la especie.

Resulta importante tener en cuenta la notificación de los especialistas que han advertido que desde los años ochenta, cada nueva década ha sido más cálida que la anterior. Los gases que retienen el calor en la atmósfera se mantienen en niveles récord y el largo ciclo de vida del dióxido de carbono, el gas más importante, somete al planeta a un futuro calentamiento.

Y la siguiente afirmación de Petteri Taalas, secretario general de Organización Meteorológica Mundial, deberíamos tenerla en la cabecera de la cama como un recordatorio de lo que estamos haciendo mal y que ya nos ha empezado a pasar factura el planeta en que vivimos junto con otras especies.

“Este claro indicio, a nivel mundial, del cambio climático producto de las actividades humanas es hoy tan poderoso como la fuerza misma de la naturaleza”.

Contrastando la situación en Norte de Santander, una evaluación correspondiente a 2020 no nos deja muy bien parados en materia de deforestación, uno de los males de alta peligrosidad porque destruye nacientes de agua, acaba hábitat de especies animales, elimina pulmones naturales y rompe delicados equilibrios medioambientales que luego se transforman en formidables amenazas.

La Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor) ha indicado en un reporte correspondiente a 2020, que Norte de Santander tiene 2.185.728 hectáreas, de ellas 928.322 corresponden a  bosque natural, que es equivalente al 42%.

Pero ahí surgió un aspecto preocupante, y es que desde hace más de siete años se han perdido 55.119 hectáreas de bosque, donde el 91% se concentran en Cúcuta, Hacarí, Sardinata, San Calixto, El Tarra, Tibú, Teorama, Convención y El Carmen y el 9% de esa desaparición se concentra en los otros 31 municipios del departamento.

La tala indiscriminada tiene diversos propósitos, todos finalmente peligrosos para áreas como el parque Catatumbo Barí, entre otros se trata de abrirle terreno a los cultivos de hoja de coca, a la expansión de la frontera agrícola sin control alguno, la minería  ilegal y a la deforestación con propósitos comerciales ilegales, porque la madera extraída de esta rica región nortesantandereana es contrabandeada por organizaciones al margen de la ley.

Resulta indispensable vigorizar y reforzar las acciones de la Gobernación y Corponor en aspectos como la declaratoria de áreas protegidas, adquisición de áreas estratégicas, restauración de ecosistemas y bosques naturales, pago de servicios ambientales y fortalecer la estrategia regional de control a la deforestación, que resultan de urgencia vital para un medio ambiente equilibrado.

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