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Editorial
Día del Medio Ambiente
El coronavirus ha llevado a pensar más y a intentar generar conciencia sobre el cambio climático, del cual somos responsables.
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Jueves, 4 de Junio de 2020

Medioambientalistas debemos ser todos. Eso ya no es ni moda. Ni motivo para influenciadores ni mucho menos. O nos ponemos la camiseta de verdad -no solo para la selfi o el tiktok- o tal vez ya será demasiado tarde para el planeta del que los humanos somos inquilinos y no dueños, como erróneamente lo hemos creído.

Se celebra otro Día del Medio Ambiente, este de características diferentes por la presencia del coronavirus, que ha llevado a pensar más y a intentar generar conciencia sobre el cambio climático, del cual somos responsables.

Aunque la cuarentena mundial que llevó a tener en casa a gran parte de los humanos dejará huella en el sentido de disminuir las emisiones de gas carbónico hacia la atmósfera, lo cierto es que deben producirse hechos reales que se reflejen en revertir los daños, muchos irreparables, a los ecosistemas.

En Norte de Santander, por ejemplo, la deforestación es uno de los males de alta incidencia sobre las reservas hídricas, la conservación de la fauna y la pérdida de suelos fértiles, puesto que se calcula que la tala indiscriminada e ilegal se ha llevado por delante más de 29.000 hectáreas de reserva forestal en Tibú, Teorama y Sardinata, municipios del Catatumbo.

En solo Tibú, de sus 128.253 hectáreas de bosque, unas 22.754 han resultado arrasadas por esta problemática entre 2012 y 2018, de acuerdo con los datos que maneja el Ideam.

Y si a esto le sumamos la minería ilegal que también es considerada una enemiga de alta peligrosidad para el medio ambiente, al igual que el descargue de las aguas residuales de las viviendas a ríos como el Pamplonita y Zulia, lo mismo que el daño de sus nacientes y la extracción de material de sus cauces, se advierte que estamos preparando un coctel de alta peligrosidad.

A ese comportamiento colectivo que en nada es amigable con la naturaleza tenemos que incluir el mismo sistema económico que usa combustibles como petróleo y carbón, considerados altamente contaminantes, generando la que se denomina gran deuda medioambiental, y sobre los cuales se plantea que las grandes potencias hagan más para disminuir la emisión de gases y vayan girando hacia sistemas verdes.

Como están las cosas, este pareciera ser el momento oportuno para acelerar los pasos transformadores luego del lento encendido de los aparatos productivos que estuvieron más de dos meses apagados durante por la cuarentena obligatoria.

En nuestro caso en particular es fundamental, que se hagan ya las plantas de tratamiento de aguas residuales, razón por la cual la Gobernación, la Alcaldía y Corponor deben plantearle al Gobierno Nacional que estos proyectos que ayudarán al rescate del río, en este instante de depresión serían ‘saludables’ para ayudar a generar empleo y a mover la economía local, haciendo las compras a proveedores regionales. Ahí tendríamos un impacto positivo múltiple que tanto se necesita en este momento.

Y la otra gran misión debe de ser que -así como hoy nos exigen severos protocolos sanitarios- se proceda a instaurar una pedagogía con manuales de comportamiento que sean acatados al pie de la letra, para que nos convirtamos en ciudadanos amigos del medio ambiente -pero de verdad- con derechos y obligaciones, porque así como nos estamos cuidando entre todos contra el coronavirus, es fundamental la convivencia pacífica con la naturaleza.

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