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Días de fiesta y llanto

Norte de Santander es, al parecer, uno de los departamentos más visitados por el presidente Iván Duque.

Norte de Santander es, al parecer, uno de los departamentos más visitados por el presidente Iván Duque. Sin embargo, tenerlo acá genera un sentimiento que no va más allá de un gran beneplácito por su presencia y por su especial deferencia para preferirnos en su agenda de trabajo.

Está muy bien que demuestre su gran interés por solucionar problemas que, de muchas maneras, afectan las relaciones bilaterales entre Colombia y Venezuela, pero sería mejor si parte de esas energías las invirtiera en este lado de la frontera.

Porque —y estamos convencidos de que lo sabe— todos nuestros problemas no solo siguen vivos, atenazándonos, sino que cada día se complican, precisamente por la falta de interés y la demora en solucionarlos.

Cúcuta es una de las dos ciudades con mayor desempleo en Colombia, y la de mayor nivel de informalidad, con cifras que, en otras latitudes, son de escándalo y de atención inmediata —14/15% y 70/71%, respectivamente—, y con niveles de inseguridad más que preocupantes: en lo que va del año, en el departamento han asesinado a 76 personas —incluidas 10 de Venezuela— y de ellas 25 en Cúcuta.

Necesitamos planes para recuperar la economía regional y ahora que se avizora la posibilidad de un cambio en Venezuela, sería el momento ideal para emprender una campaña de industrialización de la región, con la mente puesta en producir muchas de las cosas que nuestros hermanos vecinos van a necesitar mientras recuperan su aparato productivo, alimenticio y demás. 

En esto podría ayudar el gobierno central, incentivando de alguna forma la instalación de industrias que ayuden a recuperar para esta zona, ese mercado natural nuestro al que siempre hemos debido servir, de manera diferente al mero comercio minorista que tuvo tanto auge en buena parte de la segunda mitad del siglo pasado cuando la moneda venezolana era fuerte, y los compradores se volcaban hacia nuestras tiendas. 

Sigue siendo una prioridad para nuestra región  la intervención del puente Mariano Ospina Pérez, que pende, literalmente, de una cuerda. También lo es  conocer los planes para proteger al máximo el páramo de Santurbán, en relación con el cual los rumores sitúan allí a poderosas mineras auríferas; y para liquidar la corrupción enquistada en los organismos de seguridad, algo que tiene directa relación con la posibilidad de enfrentar al Eln y a las demás bandas criminales que operan en la frontera y se amparan en Venezuela. 

Nada ha cambiado en los últimos seis meses en el Catatumbo, salvo mayores índices de criminalidad, de marginalidad, de incomunicación, y una inquietante presencia de empresas mineras y de promotores del latifundio, que no se compadecen de la necesidad de tierra para los campesinos pobres.

Una consecuencia de la inercia de las fuerzas militares, que dicen tener unos 14.000 hombres que nadie ve, ha sido el desplazamiento del Epl hacia Cúcuta: hoy controla desde Tibú hasta Sardinata, pasando por Puerto Santander —sede de los peores grupos de criminales— y la zona rural de Cúcuta, donde los cocales ya son dueños de 3.000 hectáreas. Como consecuencia de la extorsión del nuevo dueño del territorio, unas 30 empresas de carbón cerraron sus minas. 

El sistema público de salud está colapsado —el Hospital Meoz registra hasta 50% de sobreocupación— y la deuda del Estado central crece indetenible, por razón de la atención gratuita a los inmigrantes venezolanos, mientras 9.600 escolares de los más pobres, entre ellos muchos hijos de colombianos retornados, carecen de aulas, maestros y otros recursos para estudiar.

Por razón del concierto, hoy en Cúcuta es día cívico. Ojalá haya muchos más días así, cuando a nuestra región también le ayuden a salir del atolladero…

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Jueves, 21 de Febrero de 2019
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