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Dimos buen ejemplo

Sin un solo incidente ni acción violenta, lo cual deja muy bien parada a la protesta social en esta región fronteriza colombiana.

Norte de Santander marchó en desarrollo del paro nacional del 21 de noviembre, sin un solo incidente ni acción violenta, lo cual deja muy bien parada a la protesta social en esta región del país y que sirvió para desmontar la macartización lanzada en su contra.

Ni vandalismo ni bloqueos ni ataques ni refriegas con la fuerza pública. Incluso, han dado la vuelta por los medios de comunicación y las redes sociales las fotos en que agentes de la Policía les daban bolsas de agua a los manifestantes para que se hidrataran, en Cúcuta. 

Ese es un cuadro de respeto mutuo y muestra de civismo en el disfrute de un derecho y el acatamiento de las normas legales.

Vámonos a zonas cruzadas por el conflicto armado, como el Catatumbo, como por ejemplo Tibú, La Gabarra y El Tarra, entre otros, en los cuales la comunidad se unió a la convocatoria nacional y asistió a las marchas para reclamar sus justas necesidades, sin la ocurrencia de ni un solo hecho que afectara el orden público o la tranquilidad ciudadana.

Pasando por Ocaña y Pamplona, el paro del 21N, como se le bautizó, transcurrió en completa normalidad, sin disturbios, ciudades en las cuales también se dejó ver una gran participación ciudadana.

Ese pacífico comportamiento demostrado por los manifestantes nortesantandereanos envió, ayer, muchos mensajes y lecturas tanto al Gobierno Nacional como al país en general, que contrasta con los hechos vandálicos y de otra naturaleza que afectaron a Cali, donde debieron decretar el toque de queda, o en Bogotá, donde se advirtieron tanto desmanes de algunos de los participantes en la protesta, como por parte de algunos agentes del escuadrón antimotines de la Policía Nacional.

Marchar sin la ocurrencia de desórdenes graves ni impactos negativos al desarrollo de las actividades básicas, se enmarca dentro de lo que expusiera en 1867 Benito Juárez, de que el respeto al derecho ajeno es la paz. 

Y es que desde ahí es como los reclamos cobran altísima validez porque los comportamientos civilizados implican que la población ha adquirido una formidable forma de expresión colectiva para salir a decirle, en este caso al Gobierno Nacional, que hay desbordados síntomas de molestia ciudadana por el actual estado de cosas.

Nuestra región, en particular, sí que tiene una larga y ya conocida lista de necesidades urgentes que la mantienen postrada con graves dificultades económicas y sociales, representadas en miles de desempleados, otros tantos subempleados, empresas capoteando el temporal, altísimos niveles de pobreza, inseguridad, narcotráfico, corrupción e inequidad, así como severos problemas en educación y salud.

El fuerte mensaje en paz que desde las calles se le envió al gobierno por parte de quienes atendieron la convocatoria, es que ya es hora de pasar la hoja del espejo retrovisor y trabajar como debe ser, por una zona fronteriza que aparte de lidiar con una pesada carga de inconvenientes, se echó a las espaldas una buena parte del éxodo venezolano.

El presidente Iván Duque debe entender que la de ayer no fue una manifestación impulsada por sus detractores políticos, sino por el despertar de la sociedad que ha entendido la posibilidad de tomar el derecho a la protesta social pacífica para  reclamar lo que le pertenece, dentro de un Estado social de derecho como lo pregona nuestra Constitución Política.

Jueves, 21 de Noviembre de 2019
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