La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Editorial
El Escobal
Ahí tiene una inmensa tarea que adelantar el gobierno del alcalde electo, ingeniero Jairo Yáñez, para rescatar del desastre social.
Domingo, 10 de Noviembre de 2019

Leyendo el informe sobre El Escobal que se publicó en la edición dominical de La Opinión se advierte cómo una confluencia de acontecimientos de variada naturaleza pusieron entre la espada y la pared a los habitantes de ese terruño cucuteño en la frontera con Venezuela. 

Ahí tiene una inmensa tarea que adelantar el gobierno del alcalde electo, ingeniero Jairo Yáñez, para rescatar del desastre social, ponerle coto a la violencia y frenar situaciones semejantes al desplazamiento interno y a la desvalorización por impacto de la violencia y la crisis social.

No será fácil, pero no imposible, porque allí se requiere adelantar una acción con el apoyo de organismos especializados nacionales e internacionales, porque esa es un área habitada golpeada por la crisis fronteriza como consecuencia del desastre económico en Venezuela, y agobiada por la violencia generada por bandas tan peligrosas y sanguinarias como la autodenominada Línea. 

Es que ir a aquél sector de la ciudad en cercanías del puente Francisco de Paula Santander se ha vuelto como en una pesadilla que la mayor cantidad de personas prefieren evitar, entre otras cosas por la oleada de inseguridad que lo sacude.

Aparte de eso, hay un factor derivado de la histórica y nunca antes vista oleada migratoria procedente del vecino país, como son los indios yukpa que de nuevo pululan en ese lugar, sin control aparente. Ojalá Migración Colombia en coordinación con las fundaciones e instituciones especializadas determinen estrategias para esta  población que ha llegado en masa a nuestro territorio, y que en la práctica lo único que se ve es su dependencia de la limosna, pues en las calles se les ve a mujeres y niños pidiendo plata. 

Pero así como el futuro gobernante y a las autoridades migratorias les corresponde una misión de largo aliento, a la Policía el trabajo se le debe multiplicar allí, porque no se les puede decir a los habitantes (propietarios y arrendatarios) que no es posible contener la disputa entre organizaciones criminales de alta peligrosidad, ya que estos hechos los han motivado a ofrecer las casas, como puede verse en varias calles de los barrios Nuevo y Viejo Escobal, donde son notorios los avisos ofreciéndolas a los potenciales compradores.

No les falta razón a quienes argumentando miedo a perder su vida, sus bienes o a verse involucrados en hechos delincuenciales, deciden sacar al mercado inmobiliario sus viviendas e irse lejos de allí.

Sin embargo, y así lo dejó ver el reporte periodístico, la tarea no ha sido fácil porque la demanda de compradores no es la esperada por ellos y, mucho menos, la oferta del dinero que están dispuestos a pagar.

Y el otro motivo, como lo dijera el comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, coronel José Luis Palomino, es que como ya no se puede vivir del contrabando, algunos se van.

Lo cierto es que la misión del Estado es cobijar a todos los ciudadanos, no abandonarlos a su suerte ni mucho menos dejar zonas al garete de los acontecimientos que finalmente o se vuelven áreas fantasmas y deshabitadas para provecho del hampa, o se convierten en lugares altamente deprimidos social y económicamente, donde florecen el microtráfico, la delincuencia, la prostitución y otros flagelos y esa no debe ser la suerte un lugar que en el pasado fue un corregimiento cucuteño y que hoy es un punto visible en nuestra frontera.

Temas del Día