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Editorial
El hospital
Tiene que seguir manejado como una urna de cristal, abierto al escrutinio público y sin maniobras sospechosas o contrataciones amañadas.
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Domingo, 5 de Enero de 2020

El hospital Erasmo Meoz es una institución que está en el corazón no solo de los cucuteños y nortesantandereanos, sino de los colombianos y venezolanos, porque aparte de los pacientes de la región que llegan a buscar curas a sus enfermedades, también es uno de los que más –de pronto el que más-  inmigrantes atiende.

Un hecho para resaltar es lo expuesto por el gerente Juan Agustín Ramírez, quien en breve cumplirá ocho años en ese cargo, en el sentido que “hemos podido sobreponernos al riesgo de colapsar porque lo hemos hecho con las uñas cortas y limpias”, para significar que la pulcritud en el actuar y la transparencia en todas las decisiones pusieron a salvo al centro asistencial de las prácticas corruptas, que tanto daño le hicieron al hospital en épocas no muy lejanas.

Y un asunto que requiere ser enmendado, aprovechando que se acaba de producir el cambio de gobierno en la ‘Cúpula Chata’ es el planteado por el funcionario en cuanto a “las diferencias presentadas entre el gobernador y la gerencia del hospital, con lo cual se han sacrificado muchos sueños que teníamos”.

Jalar hacia el mismo lado y con todo el ímpetu debería ser el compromiso del recién posesionado gobernador Silvano Serrano con Ramírez o con quien llegue a ocupar ese puesto, porque primero están los intereses de la comunidad y los deberes para con ella, que las rencillas o roces personales que a nada bueno conducen.

Una de las cuestiones sobre la que es indispensable insistirle hasta el cansancio al Gobierno Nacional, es que no deje huérfano al Erasmo Meoz que prácticamente en una labor franciscana se ha echado al hombro el cubrimiento del servicio de salud a miles de ciudadanos que huyeron de la crisis económica, política y social que afecta a Venezuela.

Las cifras sobre la abultada deuda que esta acción humanitaria está generando son más que evidentes y no pueden ser objeto de simples palmaditas en el hombro.  $51.943 millones es una cantidad enorme que es urgente recuperar para el fortalecimiento del centro hospitalario cucuteño.

Mantenerlo alejado del abismo financiero es indudablemente la misión principal, pero en la cual hay que buscar que el Ministerio de Salud y la cooperación internacional lo tengan muy en cuenta, para retribuirle con creces el inmenso esfuerzo hecho en esta crisis migratoria.

Y es igualmente trascendental llevar a puerto seguro los proyectos trazados para fortalecer la prestación de los servicios médico-asistenciales especializados en el hospital Erasmo Meoz, en departamentos como Hemodinamia, la planta física del área de urgencias, aumentar la capacidad del cuidado intermedio tanto para adultos pediátricos y neonatales, así como ampliar la sala de partos y los quirófanos.

Como se ve, la gestión diáfana en la que prime el acatamiento de las normas legales, la aplicación de los procesos de  la administración pública y se les dé un manejo cuidadoso a los recursos, permite que en medio de los temporales las organizaciones puedan salir al otro lado.

El hospital tiene que seguir manejado como una urna de cristal, abierto al escrutinio público y sin maniobras sospechosas o contrataciones amañadas porque la salud, ni es una mercancía ni es un botín politiquero para llenar los bolsillos de unos pocos a costa de la vida de muchos. No. Eso es debe quedar en el pasado, como a buena hora se está viendo que ocurre en nuestro centro asistencial cucuteño en estos últimos 8 años de administración.

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