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“El renacuajo paseador”

La misión nuestra como ciudadanos e integrantes de nuestras familias es acatar el aislamiento y poner este gigante grano de arena en la batalla que la humanidad enfrenta en la actualidad.

-¡Muchacho,no salgas!- le grita mamá pero él hace un gesto y orondo se va. Así dice uno de los apartes de la famosa fábula de Rafael Pombo, “El renacuajo paseador”.

Ya todos sabemos el precio que pagó Rinrín renacuajo por esta desobediencia, al terminar como alimento “de un pato tragón”.

Lo ocurrido ayer en Cúcuta, Ocaña, Pamplona y Villa del Rosario, al verse un desbordamiento de personas en las calles, la mayoría de ellas sin reales motivos para estar fuera de sus casas, significó un desafío a la muerte.

Romper abruptamente el aislamiento que se venía cumpliendo contra el coronavirus equivale a entrar en un peligroso juego contra el denominado enemigo de la humanidad, que ya en Norte de Santander ha infectado a 11 personas hasta el momento, según el último reporte del Ministerio de Salud.

La aglomeración de personas es un asunto de extrema gravedad en cuestiones del manejo de esta pandemia, porque así es como se acelera el contagio. Los resultados catastróficos de hechos similares a los que estamos viendo aquí en el área metropolitana ya se registraron en Europa y las informaciones que a diario llegan desde España, Francia e Italia, son realmente dolorosas por la gran cantidad de muertos que se producen a diario por el ataque del COVID-19.

La pandemia no es cuestión de película ni un invento. Es una realidad que va a llegar a tocar la  puerta y a entrar demoledoramente si no conseguimos aplanar la curva de crecimiento de los casos de contagio, asunto que es de vital importancia para que el sistema de salud, de por sí débil, no vaya a colapsarse por la ocurrencia incontrolada de casos graves que requieran de atención especializada en clínicas y hospitales.

La otra gran importancia del confinamiento social obligatorio, es que ese aislamiento permite romper la cadena de  propagación del coronavirus. Luego la misión nuestra como ciudadanos e integrantes de nuestras familias es acatar esta orden y poner este gigante grano de arena en la batalla que la humanidad enfrenta en la actualidad.

Mientras que desde casa se da esa pelea, al Estado le corresponde no dejar que millones de hogares colombianos sean asolados por la hambruna, porque ellos dependen del rebusque o de actividades que quedaron temporalmente suspendidas, quedando sin recursos para atender las necesidades. Ahí también se encuentran las miles de familias están en pobreza extrema y en la miseria. 

Para todos ellos, los gobiernos nacional, departamental y municipal comenzaron a concretar soluciones en atención a la aguda e inesperada crisis sanitaria que nos golpea con rudeza y que no da espera en cuanto a la toma de decisiones para enfrentarla desde todas las aristas.

Sigamos entendiendo que en una calamidad como la actual es indispensable unirnos, por encima de cualquier consideración política, religiosa, económica o de  clase. Hoy, todos somos iguales. Todos tenemos la misma misión, actuar de manera responsable para salvarnos todos.

Además, en este tiempo de cuarentena que nos llevó a volver a mirar hacia el  núcleo de la sociedad como es la familia, aprovechemos y leamos y analicemos esta fábula de Rafael Pombo, para que entendamos cuán importante es obedecer a quien tiene la razón de darnos una orden argumentada.

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Martes, 24 de Marzo de 2020
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