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Editorial
El reposo del guerrero
El Nacional es un diario guerrero que ha sobrevivido a muchas tormentas y amenazas, y esta vez no será la excepción.
Viernes, 14 de Diciembre de 2018

Desde hace 75 años es la nave insignia del periodismo venezolano en general, el medio que hace sentir orgullosos a los venezolanos, pero, desde hoy, el diario El Nacional tomará un descanso. Ayer en la madrugada apagó su moderna prensa, en la única acción posible ante la falta de papel.

El gobierno bolivariano, revolucionario y socialista de Nicolás Maduro obligó al cierre temporal que se previó desde cuando Hugo Chávez comenzó a gobernar como presidente constitucional. Desde entonces, de una manera muy sutil y disimulada, se marcó el principio del fin de la prensa libre en Venezuela.

Como dijo su editorial de ayer, “es hora de hacer un alto para tomar fuerzas pero sin renunciar a imprimir prontamente nuestro diario que, sin duda, ya no nos pertenece, porque se ha convertido en propiedad de Venezuela entera (…) Nuestra lucha no tiene fecha de vencimiento”.

El Nacional es un diario guerrero que ha sobrevivido a muchas tormentas y amenazas, y esta vez no será la excepción. Su director, Miguel Henrique Otero, en el exilio por persecución del gobierno, solo espera el momento, mucho más pronto de lo que se espera, podrá titular —ojalá en el papel, no solo en la web—: Venezuela regresa a la democracia.

Lo prometió ayer en una entrevista especial para la edición de suspensión, y duda no hay de que lo cumplirá. No puede ser inferior a su compromiso de vida con todo lo que signifique defensa de Venezuela, del periodismo libre y de la democracia.

La verdad, jamás ha dejado de cumplir. Es la razón por la cual El Nacional, como antorcha de libertad, aún sigue vivo, aunque no en su formato tradicional de papel, sino en la web, la que Otero prometió convertir en el lugar más poderoso del ciberespacio venezolano.

Con la suspensión, se acentúan los graves problemas de la prensa venezolana y de la libertad de expresión. El gobierno sigue controlando el comercio del papel, que solo garantiza a los periódicos oficialistas. El Nacional venía resistiendo, pero su circulación se había limitado a cinco días a la semana —de martes a viernes— y su paginaje se había reducido.

Hasta ayer, sin embargo, había podido superar la suerte negra de sus colegas en la provincia, donde sobreviven solo unos cuantos diarios opositores que circulan uno o dos días a la semana, con cuatro páginas. Muchos otros han tenido que cerrar y dejar desempleados a sus trabajadores definitivamente.

En El Nacional que se publicará en la web no tendrán cabida sus 600 trabajadores, lo cual significa otro duro golpe para periodistas y técnicos, que ya no tendrán donde obtener ingresos para la supervivencia de sus familias.

Pero, más allá de estas consecuencias, está el fenómeno del arrinconamiento de la libertad de prensa y de información, bases fundamentales para la democracia, propiciado por un gobierno que no cede en su afán de recortar libertades y en sus deseos de acentuar la dictadura.

La Opinión interpreta el sentir de los nortesantandereanos, y por eso asume la vocería para solidarizarse con el colega en dificultades y para ofrecerles el apoyo que sea necesario a la prensa venezolana en general, y a los venezolanos.

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