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El valor de la solidaridad

La creciente crisis migratoria nos ha permitido descubrir y probar cuán grande y valiosos son los sentimientos y voluntades de solidaridad.

Con frecuencia se dice que las crisis de todo orden que en forma recurrente se presentan en nuestro país y en las naciones vecinas deben aprovecharse como oportunidades estupendas, no solo para darles soluciones adecuadas a los problemas y situaciones que las generan, sino para salir adelante y lograr nuevas posibilidades de desarrollo y progreso.

No hay que ponerse a llorar sobre la leche derramada, sino buscar y encontrar las salidas que nos pongan en el camino más correcto y adecuado.

La creciente crisis migratoria de Venezuela que tanto nos impacta y seguirá impactando en Colombia, nos ha permitido descubrir y probar una vez más cuán grande y valiosos son los sentimientos y voluntades de solidaridad y cooperación entre nuestros pueblos. Nos ha permitido también profundizar nuestros lazos de hermandad y fraternidad. 

Ante el enfrentamiento y la crispación de nuestros gobiernos, autoridades y dirigentes, organizaciones de la sociedad civil, de las iglesias, de la comunidad internacional, de instituciones académicas, de fundaciones particulares y entidades no gubernamentales están dedicadas desde antes del cierre de la frontera por parte del gobierno de Venezuela, a la atención y el cuidado de los migrantes, desplazados y retornados. Sin alharacas y sin pretensiones altisonantes.

Y lo más loable y significativo aún, el trabajo abnegado y silencioso de  personas humildes, sin recursos y con muchas privaciones, a las que les duele la suerte de sus semejantes en desgracia. Como es el caso de las hermanas Martha Isabel y Gloria Patricia Celis Villamarín, quienes desde hace un año abrieron y atienden el Centro Misionero Nueva Vida, en el asentamiento humanitario La Fortaleza, en la comuna 8 de Cúcuta.

A los abuelos, hombres, mujeres, jóvenes y niños que allí llegan diariamente se les dan sus almuerzos y se les atiende con esmero y cariño. 

El Hogar de Paso de la Diócesis de Cúcuta en La Parada también realiza una tarea encomiable de gran alcance social y humanitario. Lo mismo puede decirse de organizaciones como el Minuto de Dios, la Cruz Roja, los clubes rotarios, Cáritas de Colombia y Venezuela, las universidades públicas y privadas, el Banco de Alimentos, el Programa Mundial de Alimentos, la Pastoral Social, entre otras.       

Además, las organizaciones Save the Children, Secretariado Nacional de Pastoral Social, Terre des hommes, Plan Internacional – Halü que, bajo la coordinación de Aldeas Infantiles SOS Colombia y financiados por Dutch Relief Alliance, a través del Ministerio de Relaciones de los Países Bajos, implementan planes de atención y servicios para mitigar el impacto de la crisis migratoria.

Colombia es el principal país de acogida de población migrante de Venezuela, con aproximadamente 1.235.593 personas. De estas, según el Banco Mundial, cerca del 27% son niños, niñas y adolescentes, y un 3,5% son mujeres embarazadas o lactantes. En temas de educación a la niñez el panorama es crítico: para las personas migrantes de corto plazo (12 meses), el porcentaje de niños no matriculados en instituciones educativas está cerca del 39% y la proporción de jóvenes entre 15 y 24 años que no estudian ni trabajan es de 42%.

En el año 2017, a pedido específico del Papa Francisco, la Sección Migrantes y Refugiados de la Iglesia puso en marcha el programa Puentes de Solidaridad para dar una respuesta pastoral coordinada y global a todos los migrantes y refugiados en América del Sur. El trabajo que realizan las 10 Conferencias Episcopales del Continente es en conjunto, colaborando y acompañando cada etapa de la migración.

El foco de acción se concentra actualmente en la atención a los hermanos venezolanos, que han tenido que dejar su país en busca de nuevas oportunidades en otras naciones de la Región. Cada país está brindando respuestas a las necesidades y emergencias que se vienen presentando, según ejes de trabajo transversales: atención psicosocial, atención espiritual, asistencia humanitaria, acogida, incidencia sociopolítica, formación y difusión.Todo este conjunto de labores y esfuerzos meritorios, necesitan incrementarse y para eso se requiere el pleno apoyo de nuestras comunidades.

Lunes, 3 de Junio de 2019
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