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El vecindario

La inestabilidad social en el vecindario tiene como protagonistas a Venezuela, Ecuador y Chile, mientras que Bolivia y Argentina pareciera que no escaparán.

Venezuela y su agitación social, económica y política era la que atrapaba la atención planetaria y los flashes destellaban para mostrar el éxodo de cuatro millones de personas desde 2015, el paso masivo de inmigrantes por los puentes internacionales, el impacto de esa oleada sobre el área metropolitana de Cúcuta, las sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro, la designación de Juan Guaidó como presidente interino, la hiperinflación y el desmoronamiento de la otrora boyante economía petrolera.

Pero temporalmente la tierra del Socialismo de Siglo XXI salió de la lupa, al estallar protestas ciudadanas contra determinaciones gubernamentales en dos países de economía liberal de mercado y que políticamente están en el ala derecha y geopolíticamente aparecen alineados con Washington. De todas maneras hay quienes no descartan que el chavismo esté detrás de todo esto.

Primero fue Ecuador y ahora es Chile y desde Argentina miran con preocupación lo ocurrido, en instantes que el presidente Mauricio Macri irá a la reelección teniendo como fuerte contendiente al peronista Alberto Fernández. Esto significa que de nuevo esta nación podría dar un volantazo a la izquierda.

Lo sucedido en tierras chilenas, donde han incendiado el edificio del tradicional periódico El Mercurio, en la que el presidente Piñera sacó a las calles las tanquetas y el Ejército para hacerles frente a los manifestantes que no acatan el toque de queda y desde los últimos cuatro días se reúnen en la emblemática plaza Italia en Santiago, dice algo.

Las cifras no pueden ser menos dramáticas: 15 muertos, entre ellos dos ciudadanos colombianos. Y como entre nosotros nos preguntamos, ¿cómo así que Chile esté viviendo eso? Dejemos que respondan las centrales obreras de ese país y un poderoso gremio económico del país. 

Los primeros explican que el estallido no fue por el alza en los pasajes del metro, sino asuntos como los de las administradoras de fondos de pensiones, el costo de las medicinas, los bajos salarios y las colas en clínicas y hospitales.

Y como para decir que sí hay algo estructural que ha provocado esta fractura, el poderoso grupo económico Luksic anunció que “a partir del 1° de enero de 2020 ningún trabajador directo del Quiñenco y sus empresas asociadas ganará menos de 500.000 pesos (704 dólares)”, lo que equivale a un incremento de casi el 60% frente al salario mínimo en este país, que es de 301.000 pesos (415 dólares). 

La inestabilidad en el vecindario tiene, además, a otro protagonista: Bolivia, porque los resultados electorales apuntarían a que Evo Morales se reelegiría por cuarto período consecutivo como presidente de ese país suramericano, donde como ha pasado en Venezuela, la oposición advirtió maniobras fraudulentas y llamó a un paro nacional indefinido.

Esas oleada está llevando a que la protesta social se convierta de nuevo en el pan de cada día en la región que hoy está mayormente gobernada por administraciones de economía de corte neoliberal, que como en Chile deberían escuchar a personas como un ciudadano chileno entrevistado por la agencia de noticias AFP: “Lo que ocurre no es porque hayan subido el metro por 30 pesos. Viene ocurriendo desde hace 30 años (…)”.

Y en medio de todo esto, no hay que echar en saco roto la posibilidad de que el madurismo esté detrás de un plan desestabilizador como lo denunciara el presidente ecuatoriano Moreno, que llamó a su homólogo Maduro “asno”. Sin embargo, sea lo que sea que haya provocado el estallido, deben evitarse las salidas netamente represivas y abordar el diálogo y las soluciones concertadas.     

Martes, 22 de Octubre de 2019
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