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Editorial
El virus se aceleró
No se nos haga raro que la Alcaldía de Cúcuta deba hacer uso de la estrategia de las cuarentenas estrictas y escalonadas por sectores.
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Viernes, 10 de Julio de 2020

En instantes que lugares como la Brigada XXX del Ejército y la Central de Abastos de Cúcuta fueron los nuevos focos de coronavirus en la ciudad, un hecho ahora sí debe preocupar a quienes creen que esto es un juego y alertar a las autoridades, porque tal vez lo peor está por venir: 77 contagiados se confirmaron  en un solo día en Norte de Santander.

De esta forma batimos el récord de casos, al pasar de los 3 que se detectaban cada dos o tres días, saltando luego a 6, hasta alcanzar más de los 20 y en este momento entrar en competencia de propagación diaria con Córdoba.

Producto de esta aceleración ascendimos al puesto 20 en el listado nacional de la COVID-19, con un acumulado hasta el viernes de 511 que al compararlo con el del lunes -que estaba en 389- nos señala que en cinco días el contagio cobró velocidad acumulando en el periodo 122 afectados por el virus en esta región del país.

 Los números entonces comienzan a mostrar que la salida masiva de personas a las calles y la indisciplina para acatar las medidas de carácter sanitario están desatando el crecimiento de personas afectadas por la pandemia, hecho que debe asumirse con la mayor precaución por parte de los gobiernos departamental y municipales, porque finalmente todo se reflejará en la capacidad de atención médica y hospitalaria especializada.

Los días sin IVA, en que no hubo pico y cédula ni pico y placa, y la gente se aglomeró, la llegada constante de venezolanos a la ciudad, Los Patios y Villa del Rosario, en la llamada operación retorno a su patria, y la desatención absoluta al uso del tapabocas, el distanciamiento físico y el lavado de manos en sectores populares, se convirtieron en el aliado de la COVID-19 en su ataque a la población.

No se nos haga raro que la Alcaldía  de Cúcuta deba hacer uso de la estrategia activada en Bogotá de las cuarentenas estrictas y escalonadas por sectores, para evitar que el manejo de la pandemia se salga de control.

Aquí podemos decir que Atalaya, por ejemplo y parte de La Libertad serían las perfectas candidatas para una acción sanitaria preventiva de esta magnitud, porque en los barrios de estas ciudadelas se advierten las peores condiciones de riesgo, puesto que por un lado muchos dependen de la informalidad para sobrevivir y a su vez poco o nada se acatan las reglas que  para el cuidado de la salud deben cumplir los ciudadanos.

Ahí entonces se advierte una situación complicada, que no podría solucionarse solamente con el simple encierro, sino con la garantía de una especie de auxilio alimentario o de otra naturaleza, para que en caso de una orden de cuarentena, el hambre no sea un segundo enemigo en los hogares más pobres.

Y en medio de esta fase de complicación del coronavirus, quedó sonando la advertencia sobre la  la “penalización a las personas que incumplan el uso correcto del tapabocas y se conviertan en vector activo facilitando la propagación del virus”, esto en el caso concreto de Cenabastos. 

Lamentablemente, si hay que llegar hasta ese extremo, pues que así sea, porque sin necesidad de ser expertos, todos sabemos que una oleada masiva de contagio y de casos graves de coronavirus, colapsará la red de salud y la ciudad y la región se exponen a vivir dramáticos momentos como los de Brasil, Ecuador o Estados Unidos, donde el virus está en una fase de alta intensidad.

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