Asuntos que se salen de las manos de los gobiernos y conducen a que den volantazos en pleno desarrollo de sus actividades son los que han ocurrido en los últimos años, dejando su marca y recuerdo porque en últimas generan retroceso y mayores niveles de angustia.
Veamos no más como la pandemia del coronavirus al infectar las economías contagió aspectos sensibles como la pobreza que surca campos y ciudades en el mundo, llevando, el año pasado, el empobrecimiento extremo al 13,1% en América Latina.
No es cualquier cosa lo ocurrido. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ese ‘salto al vacío’ en 2021 en comparación con 2020, equivale a decir que la región retrocedió 27 años en su lucha contra ese flagelo, al tener 86 millones de personas en esa condición.
Esto ni más ni menos equivale a una profundización de la crisis social en esta parte de nuestro continente, que concuerda con los llamados a cumbres mundiales para tratar cuestiones tan actuales como la hambruna, a la cual ya no somos ajenos.
Para el presente año, la Cepal dictaminó que la problemática desatada por la guerra en Ucrania, y sus incidencias en la escases de insumos y fertilizantes, dificultades en la producción y comercialización internacional de ciertos alimentos al igual que problemas para surtir de combustibles como el gas, lleva consigo elementos inflacionarios que finalmente golpean la capacidad de compra de las familias más pobres, sumiéndolas en severas dificultades.
En plata blanca, de acuerdo con los estimativos hechos por el organismo se prevé que al finalizar el presente año la pobreza extrema continúe montada en el ascensor para poner ese indicador en el 14,9%.
“Este resultado refleja el fuerte aumento de los precios de los alimentos. Estos niveles son notoriamente superiores a los observados antes de la pandemia e implican otro retroceso en la lucha contra la pobreza”, señala la Cepal.
Y para hacer más dramático el panorama, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) encendió las alertas con un informe que acaba de publicar relacionado con los objetivos de desarrollo sostenible.
En este solo año, entre 75 millones y 95 millones de personas adicionales pueden vivir en pobreza extrema, en comparación con las perspectivas prepandémicas, lo cual indica que se estaría abriendo una gigantesca puerta en el mundo para arrojar a ese abismo a cientos de millones de familias en el corto y mediano plazo si no se le pone freno a este problema.
A Colombia esta dramática notificación la encuentra con las siguientes mediciones hechas por la Cepal: una pobreza extrema de 36,3% en 2021 y una proyección con escenario base del 38%.
Por eso es que en una declaración conjunta emitida al término de una reunión ministerial al margen de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, Estados Unidos, la Unión Europea, la Unión Africana, Colombia, Nigeria e Indonesia afirmaron su compromiso de actuar de forma urgente, global y concertada para responder a las acuciantes necesidades alimentarias de cientos de millones de personas en todo el mundo”.
Recordemos que nuestro país no ha escapado a esos factores desestabilizadores que han llevado la inflación anualizada al 10,8% que, entre otras acciones, se espera comenzar a contener, con la llegada por ejemplo, de por lo menos 16.000 toneladas de fertilizantes vendidas por Venezuela, a un precio que equivale al ahorro de 100 dólares por tonelada.
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