“El papa nos dijo que tenemos que tener mucha paciencia en los procesos de paz, que a veces pretendemos que salga todo rápido”, contó en una conferencia de prensa en el Vaticano el arzobispo de Nueva Pamplona, Jorge Alberto Ossa Soto.
Actos como estos sirven para simbolizar que Norte de Santander está llamado a jugar un papel protagónico en el esquema de la Paz Total planteado por el Gobierno nacional, pues resultó muy particular que entre los portadores del mensaje estuvieran también los obispos de Cúcuta y Tibú, José Libardo Garcés Monsalve e Israel Bravo Cortés.
Estos territorios marcados por la violencia en sus diversos matices y también impactados por transnacionales del crimen con presencia de carteles mexicanos y bandas delincuenciales venezolanas de alta peligrosidad, deberían tener presentes esas palabras del pontífice, aunque sin dejar de lado la urgencia de mejorar la seguridad en campos y ciudades.
Todos los episodios que le ha correspondido vivir al departamento en los últimos meses en cuanto al recrudecimiento de los delitos contra la vida, bienes y derechos de los ciudadanos ha llevado hacia la desazón, el miedo y la pérdida de credibilidad en los procesos que se adelantan para aclimatar la paz, que tampoco puede hacerse a cualquier precio.
Y ese ambiente enrarecido lo ha sabido interpretar el papa Francisco al exponerles a los prelados durante el encuentro, en el que los invitó para que no desfallezcan en la construcción de la paz en el país, que recientemente sufrió un revés cuando el Clan del Golfo incumplió el cese del fuego y el gobierno ordenó de nuevo activar las operaciones militares ofensivas en su contra.
La Iglesia católica colombiana, luego de esas consideraciones expuestas desde ciudad del Vaticano, podrá entonces asumir labores de mayor trascendencia para que los diálogos y puentes que se han ido tendiendo con las organizaciones armadas ilegales se vayan fortaleciendo y que las mismas adquieran un compromiso real.
Desde los púlpitos y en el contacto diario con las comunidades en desarrollo de sus actividades eclesiásticas, cuentan con un escenario para que este esquivo cese definitivo del fragor del conflicto interno pueda consolidarse.
La multiplicidad de hechos que han venido ocurriendo han llevado hasta a poner en duda la eficacia del cese del fuego bilateral. De acuerdo con el tercer boletín de la Defensoría del Pueblo, que le hace seguimiento al cese, en el último mes el número de hechos violentos registrados entre el 18 de febrero al 17 de marzo de 2023 se duplicó pues se registraron 32 casos, frente a 16 del mes pasado.
Además, hay otra advertencia en la que encaja perfectamente lo que ha venido ocurriendo en Cúcuta sobre las acciones de bandas como la banda AK-47 que extorsiona a punta de granadas que lanza a los negocios que amenaza.
Hay otros actores, otras dinámicas violentas que no están asociadas con las organizaciones que se están planteando cese al fuego con el gobierno, ha expuesto en ese sentido Indepaz, mientras la Fundación Ideas para la Paz habla de que mientras en diciembre y enero fueron asesinado 9 líderes sociales, cada mes, en febrero ascendió a 12.
Todo esto hay que tenerlo presente al medir lo que viene ocurriendo en la nueva estrategia gubernamental, a la que se pudiera decir que Francisco le ha dado la bendición cuando les pidió a los arzobispos y obispos colombianos “rodear a los dirigentes que buscan la paz, sea quien sea, de la corriente que sea”.
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