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Editorial
Golpe a La Línea
Una investigación periodística publicada por La Opinión puso en evidencia el imperio del crimen.
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Martes, 6 de Agosto de 2019

Son especialmente trascendentales varias actuaciones posteriores para poner el punto final a La Línea,  incluyendo sus negocios y redes de toda naturaleza con las que montó su empresa criminal en la frontera. 

Una investigación periodística publicada por La Opinión puso en evidencia el imperio del crimen y del terror que instaló la banda La Línea en seis kilómetros de frontera entre Boconó, El Escobal y El Cerrito. Las prácticas criminales que perpetran en esa importante zona de Cúcuta dejan ver un desprecio por la vida y la violación de los derechos humanos, al fijarles un valor a las personas que por desgracia caen en sus manos. Si no pagan, mueren, y de la peor manera.

Ese trabajo permitió detectar que la organización delincuencial es tan poderosa, que a espaldas de la estación de Policía tenía  sitios donde sus integrantes cobraban las ‘vacunas’ y donde mantenían a los secuestrados antes de matarlos, descuartizarlos y sepultarlos a orillas del río Táchira.

El lugar ha adquirido apelativos de ‘zona de nadie’ o ‘punto caliente’ en el que pareciera que La Línea con su poder de fuego, de intimidación y de utilización de prácticas como la decapitación y el descuartizamiento, propias de la peor época cuando la región nortesantandereana era campo de guerra de paramilitares y guerrilleros.

La ciudadanía acaba de tener conocimiento de la ocurrencia de un hecho que produce tranquilidad: la captura de seis peligrosos integrantes de La Línea, que eran los encargados de decapitar y descuartizar. Entre ellos se encuentra Morris, quien después de esa escalofriante labor grabada en video, lanzó la cabeza de la víctima a la sede de la Guardia Nacional Bolivariana en Ureña (Venezuela).

Por algo será que el general Ramiro Castrillón, comandante de la Región 5 de la Policía, los describió de la siguiente manera: “Estos sujetos disfrutaban cuando torturaban y desmembraban a sus víctimas, por esto los podemos denominar como sicópatas”.

Son especialmente trascendentales varias actuaciones posteriores para poner el punto final a La Línea,  incluyendo sus negocios y redes de toda naturaleza con las que montó su empresa criminal en la frontera. 

Ese objetivo debe seguir activo con una Policía que actúe sin bajar la guardia en las operaciones para continuar llevando tras las rejas a los peligrosos delincuentes que se creen dueños y señores de esa parte del territorio cucuteño.

Que la Fiscalía abra procesos penales contundentes con los elementos que lleven a derrotarlos en el juicio o conduzcan a que los acusados se acojan al principio de oportunidad, se allanen a cargos o a un preacuerdo, para a cambio de la delación, permitir el desmantelamiento de la estructura de cabecillas y miembros.

Que los jueces les apliquen, a estos tenebrosos delincuentes, el Código Penal con el castigo riguroso que merecen por los delitos que se les endilgan y que los tienen ahora en el banquillo de los acusados. La sociedad no entendería la laxitud de la justicia frente a personas como estas que sin escrúpulos pero sí con sevicia actúan en esta región.

La institucionalidad también debe enviar un mensaje claro de que no hay áreas vedadas para el Estado y que zonas de frontera como la nuestra, es vital la presencia gubernamental, no solo para resguardar la soberanía sino para garantizar la seguridad y preservar la vida y honra de los ciudadanos residentes en estas áreas. Por lo tanto hay que llegar hasta el punto en que La Línea desaparezca y sus integrantes llevados tras las rejas a pagar por sus crímenes.

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