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Habitantes de calle

La ciudad registra un desbordamiento de habitantes de calle o personas en desamparo, muchas de las cuales –lamentablemente- están consumidas en el mundo de las drogas.

Cuando un problema se encuentra en el entorno cercano, ahí sí cobra trascendencia y es objeto de denuncia y de debate para procurar que las autoridades respectivas entren a solucionarlo mediante los mecanismos que están previstos para ello, y el ciudadano busca por todos los medios que se dé el trato debido para ello.

Pero si el asunto no causa desvelo, ni para muchos representa una cuestión de inseguridad al estar focalizado en determinados sectores por donde pasa o circula esporádicamente, entonces el lío tiende a invisibilizarse, como muchas veces ha ocurrido en Cúcuta.

Hoy, la ciudad registra un desbordamiento de habitantes de calle o personas en desamparo, muchas de las cuales –lamentablemente- están consumidas en el mundo de las drogas, hecho que debe llamar a  una urgente actuación por parte de la Alcaldía y de salud pública, para darle un tratamiento especial.

Lo grave es que no son pocos. Son muchos los que deambulan por zonas del centro, los parques, o viviendo en el Canal Bogotá o en diversos barrios, al igual que en las avenidas Los Libertadores, Guaimaral, Demetrio Mendoza o la autopista Atalaya.

Es necesario adecuar un área especial para que esta población sea llevada y comience a ser tratada con el fin de iniciar un manejo especializado que conduzca a sacarlos de la drogadicción a quienes se encuentran sumidos en la indigencia y consumidos por ese vicio.

No hay espera. Es fundamental que esta acción de carácter social y sanitario empiece de inmediato, porque aunque  se habla que el Centro de Atención Integral a la Población Habitante de Calle  atiende a 80 personas que han tomado la decisión de rehabilitarse y cambiar sus vidas, las vías de la ciudad muestran que son muchísimos los que deben ser rehabilitados.

Luego dependencias como Bienestar Social, Salud Municipal, Imsalud, Secretaría de Gobierno, de la mano con el Concejo de Cúcuta -para los traslados presupuestales que sean requeridos- están en la obligación de emprender el plan para la resocialización (física, mental, social y laboral) de quienes hoy cargan con sus penurias al hombro y con la realidad perdida en medio de las drogas. Obviamente, aquí será necesario el apoyo de fundaciones locales, nacionales e internacionales.

Pudiera ser una granja con instalaciones adecuadas para atender a estos pacientes, porque es la  condición de ellos, que tengan servicio médico especializado, huertas integrales para que trabajen allí, área para la actividad física y sitio de entretenimiento y estudio.

De esta manera, Cúcuta entraría en el campo de la atención integral, alejada de la acción netamente policiaca, que debe de ser respaldada, puesto que así golpeará indirectamente el microtráfico al quitarle clientes y a la delincuencia, al sacar de las calles y devolverle a la sociedad, personas alejadas del basuco, marihuana, heroína y del hurto de  pertenencias ajenas.

Aprovechemos que ya no es un asunto invisible y que no podemos ignorar para que este sea el momento en que una ciudadanía preocupada toque a las puertas del Palacio Municipal y le diga al Gobierno la importancia de actuar en ese frente por el impacto positivo que generará, y para que también vigile que no vaya y sea que nos están trayendo habitantes de calle de otras ciudades. ¡Eso ya nos pasaba antes!  

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Sábado, 10 de Octubre de 2020
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