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Hablan los que saben

Los problemas del Hisgaura, como los de numerosas obras públicas, tienen su origen en la falta, a veces absoluta, de vigilancia por parte del Estado.

Resultó lo que la intuición de miles de personas había previsto: el famoso puente Hisgaura, sobre la vía Los Curos-Málaga, en Santander, está peor de lo que se pensó cuando se descubrieron ondulaciones que lo hacen ver como un acordeón.

Según la Sociedad Colombiana de Ingenieros (Sci), que acompaña las mesas de trabajo en relación con el puente, y cuyas recomendaciones y sugerencias nunca fueron tenidas en cuenta, acaba de descubrir fisuras tan graves que a funcionarios de Invías y del Fondo Adaptación ‘los alarmaron bastante porque nunca se había dicho que eso se estaba presentando’.

Como gráficamente explican los santandereanos ante situaciones como esta, ‘tras de cotudos, con paperas’. Además de las ondulaciones en la loza del puente, que —como hacen los gatos— están tratando de ocultar con faldones metálicos, a fin de impedir que se vean, aparecieron grietas bajo esa misma loza.

Por fortuna, ese esperpento aún no ha sido recibido por el Estado, que ahora deberá preocuparse mucho más de lo que hasta ahora ha demostrado, y establecer, sin que queden dudas, la realidad de la obra. Porque, si la recibe, el constructor no tendrá ya responsabilidad alguna por lo que pase, que podría ser lo que muchos temen: la caída sin remedio.

Desde cuando a la estructura las gentes le pusieron el acertado nombre de puente vallenato, porque sus ondulaciones son similares a las del acordeón, el país parecía haber aceptado, en silencio, la posibilidad de recibirlo y ponerlo en servicio.

La situación es en verdad preocupante. Los expertos de la Sci escribieron al Instituto Nacional de Vías (Invías) un memorando cuyas primeras palabras generan más que inquietud: ‘Después de conocer el alto grado de agrietamiento del tablero del puente, consideramos urgente interrumpir de inmediato la tarea que se adelanta (…) para el ocultamiento…’ de la metida de pata de las absurdas ondulaciones.

Y agregan: ‘oficialmente estamos (…)insistiendo en que se deben hacer unos estudios adicionales de patología del concreto para verificar que profundidad tienen esas fisuras, si han progresado y cómo puede afectar eso la durabilidad de la losa del puente para poder con tranquilidad definir las condiciones en las que se deberá recibir el puente’.

Los problemas del Hisgaura, como los de numerosas obras públicas, tienen su origen en la falta, a veces absoluta, de vigilancia por parte del Estado, que confía en las interventorías, que en algunos casos tienen intereses entrelazados con los contratistas. Es decir, contratistas e interventores resultan siendo los mismos.

Y falta, también, un régimen de sanciones que de verdad garantice que estos malos contratistas nacionales o extranjeros queden marginados de la posibilidad de volver a contratar, que sean castigados económicamente —e incluso juzgados por el derecho penal—, y, adicionalmente, los funcionarios responsables también sometidos a las sanciones.

Mientras tanto, tener obras públicas de buena calidad seguirá siendo uno de los efectos de la buena suerte, no de la diligencia y de la buena disposición del contratante, el Estado, para garantizar que los dineros de los contribuyentes sean bien usados.

Jueves, 7 de Marzo de 2019
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