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Hablemos de la frontera

Si queremos darle otro estartazo a la economía de Norte de Santander, la reapertura comercial fronteriza -por este punto- podría convertirse en el elemento que permita darle más ánimo a la productividad, el empleo y la reactivación.

Ya era justo que se quitara la medida de restringir con pico y cédula la entrada a Colombia de los venezolanos por los puentes internacionales Simón Bolívar  y Francisco de Paula Santander, desde el estado Táchira.

Desde el primero de mayo eso no irá más y los ciudadanos procedentes del vecino país que requieran venir a Villa del Rosario o Cúcuta, por cual razón, podrán hacerlo sin esa barrera.

Por fin las autoridades migratorias colombianas se dieron cuenta que eso no producía nada favorable, porque las que permanecían vivas eran las trochas fronterizas, en donde, sin equivocación alguna, la ley de la criminalidad y la guerrilla  es la que impera.

Al estar en esos lugares, resultaba obvio que la imposición finalmente no se cumplía porque la gente se atrevía a lanzarse por esos caminos ilegales, exponiéndose a las extorsiones y demás hechos delincuenciales que se cometen por parte de quienes dominan esos territorios.

Entonces, el primero de mayo de 2022 quedará en el registro como la fecha en que se levanta otra barrera más dentro de las que se han venido eliminando para devolverle el vigor a la que siempre se ha conocido como la frontera más viva de América Latina, pero que de varios años para acá se convirtió en una de las ‘más complicadas’ por la serie de hechos ocurridos.

Entre esas situaciones se encuentra el cierre de la frontera por razones de las tensiones diplomáticas colombo-venezolanas que terminaron con el rompimiento de relaciones, la interrupción del comercio bilateral, y luego por las acciones restrictivas producto de la crisis sanitaria generada por la pandemia.

Los nortesantandereanos y tachirenses, al igual que colombianos y venezolanos estaban anhelantes de la espera de que esta nueva determinación se tomara para seguir reconstruyendo la normalidad tan importante para la región y los dos pueblos hermanos.

Sin embargo falta más por hacer. Uno, que como en adelante  los 30.000 o más ciudadanos que de manera pendular cruzan a diario por ambos puentes internacionales, no tendrán problema para hacer, es indispensable que las trochas sean realmente sofocadas.

Es decir, que se adelanten todas las acciones requeridas tanto policiales, militares, judiciales y administrativas para que sean inhabilitadas y que las personas tengan que pasar por los sitios legales, como son los puestos migratorios de los puentes.

Y segundo, que el Gobierno Nacional así como lo está permitiendo en La Guajira, que a Norte de Santander se le reconozca  ese derecho a la igualdad y le sea permitido que por los cruces aduanales de Cúcuta y Villa del Rosario se restablezca el intercambio comercial con Venezuela por el estado Táchira, en Ureña y San Antonio, clausurado desde 2019.

 Si queremos darle otro estartazo a la economía de Norte de Santander, la reapertura comercial fronteriza -por este punto- podría convertirse en el elemento que permita  darle más ánimo a la productividad, el empleo y la reactivación, que  constituyen elementos fundamentales para enfrentar la informalidad y la pobreza que nos golpean con crudeza.

No se trata de algo imposible de lograr, puesto que simplemente hay que dar el visto bueno por parte de las autoridades aduanales y comerciales, al igual como sucede en Paraguachón, puesto que el empresariado y el pueblo nortesantandereano tienen en la actividad fronteriza con Venezuela un elemento natural para su desarrollo.

La demostración de la importancia del impacto que se tendría para la región, es bueno recordar lo siguiente: Si por Cúcuta reabrieran la frontera comercial, la Cámara Colombo-Venezolana calcula exportaciones mínimas mensuales de 50 millones de dólares.   

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Jueves, 28 de Abril de 2022
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