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Editorial
Hacia un país de lectores
Los colombianos comenzaron a acercarse a los libros de los que jamás debieron estar distantes. 
Sábado, 7 de Abril de 2018

Aalgún maestro se le ocurrió algún día dejar sin recreo a su alumno díscolo y dejarlo en el aula leyendo. Quizás el niño se aplacó al darse cuenta de que mejor era permanecer calmado, pues evitaría dos cosas muy desagradables: quedarse sin salir a jugar y leer.

Entre los maestros, el ejemplo cundió, hasta que, como toda costumbre, se hizo ley la práctica de amenazar a los niños con ponerlos a leer, como castigo por su falta de disciplina, y además cumplir la amenaza.

Así, generaciones enteras de colombianos crecieron odiando la lectura, como odian la chancleta materna o el cinturón paterno.

Posiblemente el origen de la costumbre no sea ese, pero sí los efectos: pocos países como Colombia venían registrando altos índices de aversión a la lectura y, obvio, bajísimas cifras de libros leídos por habitantes.

Por fortuna, poco a poco, y como resultado de intensas campañas, se logró revertir la tendencia, y los colombianos comenzaron a acercarse a los libros de los que jamás debieron estar distantes, y a sentir no solamente el placer de leer, sino la necesidad de saber qué dicen los libros. Pero, no solo libros: también, periódicos, revistas, documentos académicos y documentos de trabajo.

Ahora, según mediciones que por fin tuvieron en cuenta a la otra Colombia, a ese profundo, alejado, abandonado país donde ocurren tantas cosas ignoradas por las grandes ciudades y por los gobiernos, allí también leen, y de tal manera que en la más reciente medición, las cifras allí obtenidas, en la Colombia lejana, dieron para decir oficialmente que el país está, por fin, en la senda de los países lectores.

Según Encuesta Nacional de Lectura (Enlec), del Departamento Nacional de Estadística (Dane), revelada por el presidente Juan Manuel, los colombianos de 5 años o más (lectores y no lectores) consumen hoy 2,9 libros por año, frente a los 2 libros del 2016 y los 1,9 libros del 2014.

Sobre los formatos en los que prefieren leer los colombianos, el 82 por ciento consumió impresos. En paralelo, 70,4 por ciento leyó en soporte digital, detalle que permite augurar que la tendencia lectora se mantendrá, y quizás se incrementará, por cuanto digitalmente no solo estarán los libros y los textos, sino la información del mundo, de la cual nadie puede alejarse hoy.

Si alguien no sabe leer, o no practica, no podrá conocer las noticias ni podrá saber qué contienen los mensajes que le llegan a su buzón electrónico, modalidades estas que generan placer, pero antes que eso, son absolutamente indispensables en el mundo de hoy, en el que no saber lo que pasa equivale a vivir marginado...

Pero, como destaca la ministra de Cultura, Mariana Garcés, el formato de los textos no es problema, pero el papel sigue siendo el preferido por los lectores no solo colombianos sino de los lectores del mundo entero.

Desde luego, lo importante es que la gente lea, y eso está ocurriendo en este país del que no se conocía cabalmente su realidad.

Gracias a la Enlec, la Colombia centralista de Bogotá y las grandes ciudades sabe que lee más de lo que se creía, y que existe otra Colombia dinámica, febril, que no se esconde, sino que el resto la mantiene en las sombras… 

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