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Editorial
¿Hasta cuándo, Eln?
En el supuesto en que estuviera vigente un cese el fuego, ¿cuál habría sido la actitud del Eln frente al Epl? 
Martes, 17 de Abril de 2018

El Eln está en Chashapamba (Ecuador) reunido con el Gobierno, en busca de un acuerdo de paz amplio, incluyente y definitivo para lo que aún queda de guerra. 

Esa es al menos la intención de los delegados del Gobierno, porque la del Eln es una incógnita insondable, a pesar de que sus dirigentes afirman que es la misma.

Algunos hechos terribles desvirtúan el espíritu conciliador que dice tener la guerrilla, y siembra más dudas de las muchas que ha habido en torno de lo que esa organización armada ilegal pretende en la realidad.

Ha faltado no solo congruencia entre lo que los comandantes en Ecuador han dicho y lo que las tropas guerrilleras hacen en simultánea.

Sentarse a hablar de paz en la guerra contra el Estado implica predisponerlo todo para que, cuando haya un acuerdo, la guerra muera y sea sepultada. No desde luego sus consecuencias, pero sí el accionar militar.

Pero con el Eln esa lógica no funciona, o sus intenciones no son las de firmar un acuerdo, entregar las armas y buscar una consolidación de la paz en la medida en que se superen las causas que motivaron la guerra.

Si lo fueran, ¿por qué, pero en especial, para qué desatar una matanza como la que se dice está ocurriendo en el martirizado Catatumbo —se habla estos días de decenas de muertes de guerrilleros y simpatizantes del Epl y de civiles—, a punto de explotar, otra vez, en el marco de una disputa de territorio por parte de las dos guerrillas?

¿Para qué abrir un infame frente de guerra en busca de mantener el control del territorio, si lo que buscan los acuerdos en Ecuador es, precisamente, que todo lo que tiene que ver con la guerra quede atrás?

¿Para qué territorio, si ya no va a haber guerra? ¿O sí la habrá?

Una respuesta a estas preguntas podría ser la de que se pretende controlar el territorio mediante el copamiento de los espacios abandonados por las Farc, en previsión de que los diálogos no lleguen a donde se espera que lleguen.

Solo así tiene lógica la actitud de hablar de paz mientras funciona la máquina de guerra justificada en el embeleco de la estructura federal del Eln, que les permite a sus frentes una autonomía que, en realidad, nunca han tenido, y mediante la cual actúan, como en Catatumbo, como rueda suelta que recorre los campos y, según las versiones, desarrolla una hecatombe sangrienta.

Un ejército sin mando centralizado, federado, como dice el Eln, no es jamás un ejército. Son dos, tres ejércitos… cuantos grupos autónomos haya, y todos serán presa fácil del enemigo. Y pretender convencer a los colombianos de que esto es lo que sucede con esa guerrilla es considerarlos niños de brazos.

En el supuesto en que, por ejemplo, estuviera vigente un cese el fuego, ¿cuál habría sido la actitud del Eln frente al Epl en Teorama, El Tarra, Convención, Tibú, por donde dicen que va el sendero de muerte de estos días? ¿Lo habrían roto, o con la firmeza de la palabra de sus líderes, hubieran mantenido sus fusiles en silencio?

Obras son amores, y no buenas razones, dice el romancero. ¿Cuáles son los amores del Eln?

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