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¿Herencia española?

De España recibimos muchas cosas. Pero si ellos renunciaron a la violencia, ¿por qué no hacer acá lo mismo?

Siempre se argumenta, para juzgar nuestro comportamiento como pueblo, que lo que hacemos o dejamos de hacer es una consecuencia de nuestra herencia de nuestra herencia española.

Como si hubiera una herencia española y no, como es en realidad, herencia de catalanes, castellanos, aragoneses, vascos, gallegos, que era, y aún son, pueblos entre los que las diferencias son a veces más y mayores que las semejanzas. Y, eso, sin contar con que, al menos en esta región de frontera, tenemos herencia alemana.

Tal vez lo semejante entre los españoles que vinieron durante la invasión europea tenga que ver con otros pueblos, como árabes y judíos, cuyas culturas sí que influyeron en lo que se conoce como españolidad.

Estos días, la realidad política lleva, sin embargo, a contradecir afirmaciones que no tienen asidero.

Mientras acá, con cada elección, el país prácticamente entra en una etapa de preguerra, y el odio aflora sin control, como está ocurriendo, con el país partido en tres parte irreconciliables que antes eran dos: la derecha, la izquierda, y todos los demás, allá ponen los intereses de España por encima de toda otra consideración.

Por momentos, la situación es tal, que bastaría una pequeña chispa, aunque fuera accidental, para que nuestra pradera se incendiara de inmediato, como el maoísmo predicó. En las redes sociales la temperatura sube incontenible, mientras se aplazan planes de inversión, ampliaciones industriales y gestiones de créditos.

En España, en una jornada de una hora, si acaso, el Congreso de Diputados tumbó al presidente del Gobierno, el conservador y corrupto Mariano Rajoy, y lo reemplazó por el socialista Pedro Sánchez… y nada más pasó. Ni siquiera se movió una hoja que no debiera moverse.

Nada se detuvo, nada se traumatizó. Los medios de comunicación informaron de manera permanente de lo sucedido, las redes sociales se recalentaron de tantos mensajes cruzados, pero España no se puso en estado de guerra civil, como algunas veces aquí.

Los españoles tuvieron una de las más terribles guerras civiles de la historia, que superaron con una dictadura feroz. Pero, entre todos, superaron esos tiempos duros, y constituyeron una sociedad desarrollada que, desde el ángulo que se desee, hace rato es ejemplo para muchos otros pueblos.

Nunca hubo la amenaza latente de la posibilidad de una nueva guerra, ni la del retorno de la dictadura, al contrario de nuestro país, donde la posibilidad de que la guerra renazca está en el primer pensamiento del día de cada colombiano cuando sale de la cama.

Políticamente, están en otro estadio de desarrollo, el de la persecución a los corruptos, sin importar quienes sean, y Rajoy y sus principales cuadros del Partido Popular (PP), resultaron envueltos en un escándalo enorme relacionado con dineros a granel de una constructora para funcionarios del gobierno, a cambio de licencias para construir barrios en Madrid.

Es innegable: de España recibimos muchas cosas, además del idioma. Quizás la beligerancia y la proclividad a la guerra, también. Pero si ellos renunciaron a la violencia, ¿por qué no hacer acá lo mismo?

Se puede comenzar por desarmar los espíritus y bajarle la temperatura a los mensajes de las redes sociales, y eliminar, ojalá para siempre, desde el lenguaje de cavernarios hasta las falsas noticias. Nos haríamos el mejor de los bienes…

Sábado, 2 de Junio de 2018
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