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Homofobia y dinero

Sectores políticos vincularon al pistolero Omar Mateen con lo más radical del islamismo, sólo porque era hijo de afganos.

El odio —y el negocio— dan para todo, incluso para elaborar los mejores argumentos para justificar lo injustificable. En el odio —y, por supuesto, en la tolerancia legal para el monstruoso comercio de armas— está la razón de la masacre de espanto en la discoteca gay de Orlando.

Por el odio, sectores políticos vincularon al pistolero Omar Mateen con lo más radical del islamismo, sólo porque era hijo de afganos y al parecer telefoneó a la Policía para jurar lealtad al Estado Islámico (Isis).

Con estas dos débiles razones, los fabricantes de armas y su brazo político, la Asociación Nacional del Rifle (NRA), harán negocio grande, pues venderán más armas y reforzarán la convicción de que se debe estar preparados, armados, para “evitar otros ataques terroristas”.

De este modo, calificar a Mateen como ‘musulmán atrasado, retrógrado y violento’, en oposición a valores estadounidenses como la libertad, la democracia y la apertura, “es una declaración autoexculpatoria que, en vez de solucionar el problema, lo agrava”, pues añade más y más odio.

Lo que hizo el afgano-norteamericano es resultado de la retórica del odio del que se ha alimentado en el mundo contra las personas lgbti, tanto desde los sectores políticos más conservadores como desde la mayoría de religiones organizadas, incluidos el islamismo y el cristianismo en  general. Como en Colombia…

Pero debe quedar claro que para algunos analistas y para la lógica Mateen no era ni un monstruo ni un ser irracional. Al contrario, tenía más en común con la gente en corriente de lo que se quiere aceptar: machista, homofóbico, abusador de la mujer y defensor de la unidad familiar y de la integridad moral de los niños.

¿O es que no es más común de lo esperado rechazar las demostraciones de afecto entre personas del mismo sexo? Pues una escena así fue el disparador de la tragedia de Orlando, cuando Mateen sintió, como mucha otras personas, ira de dos hombres que se besaban se besaran en la calle delante de su hijo, al que debía proteger. ¿De qué?

¿Por qué no hay reacción similar si quienes se besan son un hombre y una mujer? Porque la homofobia pesa más que la necesidad de proteger a los niños, si es que acaso ellos necesitan protección contra el afecto.

Significa que el afgano que golpeaba a su mujer incluso cuando ella dormía terminó cometiendo una masacre espantosa por razón del afecto… ¿Tiene lógica esto? ¿Las religiones se darán cuenta de a dónde conducen a sus feligreses con el discurso de que el único amor válido es el heterosexual? Y los políticos ¿serán conscientes de lo que propician con su discursiva machacona de que lo normal es lo mayoritario, lo demás es una anormalidad.

Predicar desde púlpitos y curules el rechazo total a la violencia, mientras se lanzan feroces diatribas contra las personas lgbti es no solo hipócrita y cínico sino un acto de ingenuidad que se materializa en burda manipulación ideológica cuyos resultados se ven no solo en Orlando.

Pero el colmo de la hipocresía es el de quienes manipulan de tal modo el acto de un lobo solitario, como Mateen, para mantener a una sociedad sumida en el temor al terrorismo, a fin de que compre más armas para enfrentar la amenaza  de gente como ellos, homofóbicos, pero que no se sienten capaces de matar. Por eso usan a todos los Mateen capaces de llevar su discurso a la práctica.

Miércoles, 15 de Junio de 2016
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