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Incomodidad necesaria

Hacer las cosas con todas las de la ley en los arreglos a la malla vial será la prenda de garantía para empezar a recuperar la confianza.

Por estos días las calles de Cúcuta se perciben más caóticas que de costumbre. A las interminables filas en las estaciones de gasolina se ha sumando el cierre sorpresivo de calles y avenidas, que amanecen acordonadas con el fin de facilitar los trabajos de reparcheo que se adelantan en 29 puntos de la ciudad, muchos concentrados en el valle de la capital nortesantanderana. 

Con la inversión de 27.272 millones de pesos financiados con la contribución de valorización se espera aliviar un poco el pésimo estado de las vías de la ciudad, que en las últimas administraciones municipales han recibido poco o ningún mantenimiento, generando un problema acumulado de muchos años. 

En los nueve meses que durará este plan de reparcheo –que tiene al centro de la ciudad como la zona en la que se realizarán la mayoría de los trabajos– los cucuteños estarán vigilantes de que los arreglos se hagan bien, pues el aprendizaje de lo sucedido con reparcheos en el pasado ha probado que, si no se hace bien, quedará traducido en un simple desgaste innecesario de recursos.  

En ese sentido, contratistas e interventores están en la obligación de  demostrar, en cada metro de pavimento reeamplazado, su compromiso con la calidad de las obras que adelantan, para evitar que en pocas semanas, todo empiece de nuevo a deteriorarse como ya ha sucedido.  

La desconfianza de la ciudadanía en obras que se pensaban como una solución integral a problemas de movilidad, pero que reultaron siendo un fracaso –como la del Puente Benito Hernández, por mencionar un ejemplo reciente– han sentado un precedente negativo que se traduce en falta de credibilidad.  

Otro tema que preocupa y que realmente no parece tener explicación válida es esa costumbre nociva de Cúcuta, consistente en pavimentar una calle, solo para que dos o tres días más tarde, una empresa de servicios públicos la rompa para instalar una tubería. Y en esas oportunidades queda siempre sin respuesta la pregunta sobre para qué sirve un manual de roturas que aprobó el Concejo y que busca evitar que esas faltas de coordinación se superen y que el presupuesto se malgaste, como viene ocurriendo.

Desde luego, por ahora todo el interés de toda la comunidad está puesto en la necesidad de que los huecos de las calles queden bien reparados, que es posible y se ha demostrado durante todos los años, y que de una vez y para siempre quede superada esa tendencia a no hacer el mejor trabajo cuando se trata de las obras del Estado, y a pedir más y más presupuesto, con el argumento de los sobrecostos por hechos imprevistos.

Hacer las cosas con todas las de la ley en los arreglos a la malla vial y demostrar que la inversión realmente se empleó en los materiales y maquinaria de la mejor calidad, será la prenda de garantía para empezar a recuperar la confianza de los ciudadanos en las obras del estado. Muchos ojos están mirando. 

Sábado, 1 de Junio de 2019
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