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¿Inocencia perdida?

Según cifras de la Policía, cada día son capturados 57 menores de edad por cometer delitos.

Hubo un tiempo en el que se pretendía que todos fueran niños. Se planteaba, entonces, la utopía de un mundo inocente, uno en el que a todas las personas se les permitiría confundir sus sueños con la vida. Así de inocentes…

Hoy, además de un anacronismo, pensar así es una ingenuidad enorme. No tanto porque los adultos no puedan, en cierto modo, volver a ser niños. Sino por los niños, que además del cordón umbilical, a los pocos días de nacidos están perdiendo la inocencia. Si es que todavía vienen con ella.

Son exageraciones, desde luego, pero permiten visualizar un fenómeno que debe tener de cabeza a muchas autoridades y a estudiosos en el mundo entero.

Algunas estadísticas colombianas sobre menores de 18 años —en realidad, niños—, causan escalofrío. Según cifras de la Policía, cada día son capturados 57 menores de edad por infringir la ley penal, es decir, por cometer delitos.

Por fortuna, las cifras son medianamente menores que el año pasado. En lo que va de 2016, las autoridades han capturado a 17.626 menores delincuentes, 96 por ciento de ellos en flagrancia (técnicamente, han sido aprehendidos porque estaban en conflicto con la ley).

En 2015, para la misma época iban 21.493 casos, es decir, 18 por ciento más, y en una enorme mayoría, entonces y ahora, de jóvenes utilizados como carne de cañón por la delincuencia organizada, que los hace instrumentos indispensables de delitos como hurto, homicidio y tráfico de sustancias psicoactivas.

En Cúcuta y Norte de Santander la situación no es tan dramática como en Bogotá, Medellín y Bucaramanga, las tres ciudades que lideran las estadísticas de niños capturados por la comisión de delitos graves: hurto, tráfico de psicoactivos, porte de armas, lesiones personales, violencia intrafamiliar y homicidio.

Parte del auge de muchachos metidos a delincuentes tiene que ver con que, por su edad, son inimputables, es decir, no pueden ser acusados legalmente de delitos. Esto lo saben las organizaciones criminales, que les demuestran que nada las ocurrirá por determinadas faltas. Pero también los niños que, en algunos casos, así lo han argumentado ante las autoridades.

Pero, ¿cuál es la razón detrás de este fenómeno? Sin ninguna duda, hay que buscarla en la familia, que permite que desde su más tierna edad los chicos solo sepan de violencia intrafamiliar, abusos de todo tipo, desamparo, drogadicción, alcoholismo, falta de supervisión de la vida extrafamiliar (escuela, calle, etc.)

Y un ambiente así es el mejor caldo de cultivo para niños que reproducirán la violencia y los abusos, que no tendrán ningún criterio sobre lo permitido y lo no permitido, que vivirán convencidos de que pueden hacer todo lo que deseen, porque para ellos el único límite será el que ellos mismos establezcan.

También hay responsabilidad del fenómeno en la acción oficial, que considera que está haciendo un gran papel en materia de educación destinando dinerales a la adecuación y construcción de escuelas, pero no se preocupa por tener a los mejores maestros que, en últimas, están haciendo el papel de padres sustitutos… solo que con mayores deficiencias que los reales.

El hecho claro es que una sociedad como la colombiana, no puede producir otra clase de niños. Y ¿qué se puede pensar de una sociedad que lleva 60 años en guerra y se opone a que se termine?

Domingo, 30 de Octubre de 2016
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