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Inquieta la seguridad

La percepción de seguridad se logra no solo con más policías, sino que el aparato de la justicia actúe.

Llegó diciembre y como todos los años, la ciudadanía reclama acciones especiales de las autoridades para evitar que el hampa haga de las suyas en esta temporada de Navidad y Año Nuevo.

En esta ocasión sí que es necesario  ya que en Cúcuta y en otros municipios de Norte de Santander la inseguridad ciudadana está desbordada.

Es indispensable que las famosas campañas para procurar frenar la oleada delincuencial en la temporada decembrina tenga una operatividad activa y efectiva, porque este es un diciembre ‘atípico’ en todo el sentido de la palabra, así como lo fue el año 2020 por la llegada del coronavirus.

Este inesperado y letal visitante, aparte de acechar y atacar la salud, también infectó la economía, golpeó  fuertemente el empleo y disparó los índices de pobreza y de miseria. 

Todos ellos, al final, van a reflejarse en  los índices de inseguridad, porque al no haber forma de absorber la mano de obra cesante y registrarse la quiebra de empresas y de negocios y hasta la informalidad llegar a no ser una alternativa viable, la última fuga de escape es engrosar las bandas criminales, delincuenciales y de microtráfico.

El fortalecimiento de esos factores de violencia implica que en las calles se incrementen el hurto y los asaltos, que son igualmente mecanismos que alimentan a las organizaciones dedicadas al crimen en la región.

La gente siente temor en las calles. Escuchar que pasa una motocicleta ya es motivo de susto, puesto que puede ser la llegada de un mensajero de la muerte o la operación de atraco entre varios motorizados contra ciudadanos indefensos, como ha ocurrido en muchas ocasiones.

Entonces, la Policía Nacional, la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Alcaldía tienen la misión y la obligación de preservar la vida, honra y bienes de los ciudadanos como lo plantea la Constitución.

Desde esa órbita, es fundamental un riguroso plan navideño de seguridad -desde la acción de vigilancia y control- en los puntos neurálgicos de la ciudad y del área metropolitana, para que la ciudadanía  pueda tener un alivio en esta temporada.

Esto lo decimos, porque la carga emocional sobre el ciudadano es muy alta en estos momentos, porque hoy debe cuidarse del coronavirus, pensar y actuar en la solución de sus problemas económicos y enfrentar la encrucijada en las calles en donde el civismo no abunda pero sí sobran la inseguridad y los malos comportamientos.

Resulta importante, además, que la gente sienta un acompañamiento real por parte de la Policía y la Fiscalía, en el sentido de que cuando reporte por teléfono la ocurrencia de un delito o vaya a instaurar la denuncia, se activen las acciones correspondientes.

La percepción de seguridad se logra no solo con más policías  sino que el aparato de la justicia  actúe frente a esos factores generadores de zozobra y de riesgo para las personas, que ya no se sienten seguras ni siquiera en su propio hogar.

La prima de Navidad está por llegar, habrá compradores en las calles, obviamente con los respectivos cuidados de bioseguridad, y así como la COVID-19 estará pendiente para atacar a quien se descuide, los delincuentes también esperarán la oportunidad para dar el zarpazo. ¡No hay que dar papaya! 

Sábado, 5 de Diciembre de 2020
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