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Editorial
La caída de Otoniel
Lógicamente se trata de un fuerte golpe a la Autodefensas Gaitanistas de Colombia en Norte de Santander, por ejemplo en la zona rural de Cúcuta han tratado de imponerse mediante su accionar violento, en medio de la disputa con el Eln.
Martes, 26 de Octubre de 2021

La caída de Otoniel, quien comandaba la organización criminal denominada como Autodefensas Gaitanistas de Colombia, aparte de su acción efectista en la práctica no tendría un impacto real en la disminución de la violencia, la intimidación, el desplazamiento, el narcotráfico y la desaparición en los territorios y ciudades en que opera.

Lógicamente se trata de un fuerte golpe a dicha estructura que en Norte de Santander, por ejemplo en la zona rural de Cúcuta ha tratado de imponerse mediante su accionar violento, en medio de la disputa que mantiene con la guerrilla del Eln.

Pero en el momento, es prematuro anticipar que la cinematográfica captura de Dairo Antonio Úsuga David, por quien se ofrecían más de cinco millones de dólares de recompensa, lleve a que ese capítulo de las Agc llegue a su fin.

Hay varias razones. Por ejemplo, ya en la lista de sucesores del que era el hombre más buscado en Colombia, se encuentra Jesús Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo. Él tiene un poder que ha edificado dentro de esa organización a lo largo de 20 años de permanencia escalando hasta llegar a manejar la producción y comercialización de cocaína en algunas zonas del país.

O sea que es probable que ocurra aquella máxima de ‘a rey muerto, rey puesto’ y que entonces no haya ningún alivio en materia de hechos violentos en las regiones ni posible desmantelamiento de las Autodefensas Gaitanistas que son también famosas por sus panfletos amenazantes contra las potenciales víctimas.

Entonces habrá que esperar que las autoridades militares y policiales continúen entonces golpeando con insistencia a dicha organización fuertemente vinculada con el narcotráfico para realmente debilitarla y así poner a salvo a miles de personas en los territorios de las acciones delincuenciales que las Agc perpetran en ellos.

Una inquietud que queda en el ambiente y que las víctimas por ejemplo de la zona rural de Cúcuta que perdieron familiares en las masacres y ataques cometidos por ese grupo de autodefensas, es ¿Otoniel responderá por esas muertes ocurridas tanto aquí como en otras regiones de Colombia? ¿Eso quedará ‘congelado’ hasta cuándo él vuelva de  Estados Unidos, hacia donde está previsto extraditarlo? ¿Por qué Otoniel no paga primero por sus delitos cometidos en Colombia y luego es enviado en extradición ante la justicia estadounidense?

Son preguntas de alta validez en momentos que se conoce que Otoniel tenía 128 órdenes de captura por narcotráfico y reclutamiento de menores, entre otros delitos, en Colombia, mientras que el propio presidente Iván Duque aseguró que el capturado jefe de las Autodefensas Gaitanistas asesinó a más de 200 miembros de la fuerza pública.

Y otro par de advertencias procedentes desde el Gobierno Nacional  terminan por indicar que tampoco podrá acogerse a la JEP, porque el único destino que le espera es el de una celda en territorio estadounidense, quedando aplazados los juicios y sentencias que se produzcan por sus crímenes en Colombia.

Deberían escucharse los argumentos de las víctimas de este grupo armado ilegal, quienes consideran que la entrega de Otoniel, primero a los jueces norteamericanos para que lo juzguen condenen allá, es “un mecanismo de impunidad” con quienes en el país han padecido sus graves delitos.

Los cucuteños y nortesantandereanos no pierden la esperanza de que esto sea el principio del fin de citado grupo criminal que ha venido marcando con sangre, dolor y amenazas a un territorio en el que disputa el control de las economías ilegales, sin importar la tragedia humana que esto acarrea.


 

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