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Editorial
La dolce vita
Salvatore Mancuso es recordado en Norte de Santander por haber comandado el sanguinario Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia.
Miércoles, 26 de Agosto de 2020

Salvatore Mancuso, que en Norte de Santander es recordado por haber comandado el sanguinario Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), podría terminar dándose la “dolce vita” en Italia de donde es ciudadano, porque su padre era un inmigrante europeo que se asentó en Córdoba.

De ser así, estaría corriéndose el riesgo de que las víctimas de ese episodio del conflicto entre los escuadrones paramilitares y la guerrilla, queden burladas, sin verdad ni reparación ni señalamiento de quienes estuvieron involucrados en esos crímenes. En la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)    reposa un informe en el que señala que la estructura que comandó Mancuso cometió en nuestro departamento por lo menos “12.427 homicidios, 375 desapariciones forzadas, 22 abusos sexuales, 38 torturas y miles de desplazamientos contra campesinos, acusados de ser integrantes o aliados de la insurgencia”.

La situación se está convirtiendo en un episodio novelesco en torno al exjefe de las Auc señalado de ordenar 139 masacres y quien terminó de purgar una condena de 12 años por narcotráfico, en Estados Unidos desde donde está previsto deportarlo a territorio italiano.

¿Qué ocurrió con los trámites de extradición por parte del Gobierno Nacional? ¿A qué obedeció la maraña que estaría favoreciendo a Mancuso? ¿Ese capítulo sangriento de la historia del conflicto interno colombiano quedará con esa gran laguna?

Han sido diversas las explicaciones dadas desde las esferas del poder, como lo dicho por el presidente Iván Duque: “El futuro de Salvatore Mancuso en Colombia debe ser una cárcel”. Y lo expuesto por el Comisionado de Paz, de que Estados Unidos no ha negado la extradición.

Pero lo que no se alcanza a entender el país es que en el caso de una persona que tiene pendiente responder por el 50% de los procesos que cursan en su contra en los Tribunales de Justicia y Paz, aparezca una gran contradicción en la esfera gubernamental. Esa perla se resume así, según los propios despachos de prensa conocidos ayer: El Ministerio de Relaciones Exteriores reconoció que no se ha formalizado la solicitud a Estados Unidos para la extradición del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, presentada el pasado 20 de agosto, debido a que no se han traducido todos los documentos.

Ojalá que se produzca una carrera de largo aliento contra el tiempo para cumplir con la formalidad que ahora la Cancillería acaba de admitir que no se ha completado, porque según los reportes procedentes de Estados Unidos, el Departamento de Estado decidió deportar a Mancuso, a Italia, el próximo 4 de septiembre.

Ojalá que el cuerpo diplomático colombiano en Washington se mueva con presteza para evitar que Mancuso se vaya para el Viejo Continente, y habrá que esperar las acciones de las víctimas ante organismos internacionales como la MAPP/OEA, que jugó un papel importante en la verificación de ese proceso de paz con los paramilitares.

Y será de esperarse también que para enderezar este asunto se lograra que el Congreso de la República acuerde el tratado de extradición con Italia, al que ese país ya le dio visto bueno en julio, y así poder prevenir que se vuelva realidad lo dicho por el fiscal antimafia italiano  Nicola Gratteri, sobre Mancuso: “Llega a Italia como una persona libre, la justicia no lo reclama”.

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