La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

La feria de las mentiras

Esa feria de las mentiras en la que anda enfrascado el gobierno venezolano podría ser producto de esquizofrenia.

“En las deliberaciones en que está en juego la salvación de la patria, no se debe guardar ninguna consideración a lo justo o lo injusto, lo piadoso o lo cruel, lo laudable o lo vergonzoso, sino que, dejando de lado cualquier otro respeto, se ha de seguir aquel camino que salve la vida de la patria y mantenga su libertad”.

Así explica Nicolás Maquiavelo, padre de la Ciencia Política moderna, las que se conocen como razones de Estado, que autorizan al gobernante para hacer lo que crea que se debe hacer para fortalecer la soberanía de su Estado y mantenerla.

La Guerra Fría, con el espionaje desatado a niveles de paroxismo por todas las grandes potencias —con sus numerosos crímenes—, fue una manera práctica de materializar en el campo de la política internacional las palabras de Maquiavelo. 

Es, de cierta manera, pero con otras palabras, el mismo planteamiento de hoy: “Por los míos, con la razón o sin ella”. Y eso es lo que, para disgusto de muchos, hace cada día Nicolás Maduro. Solo que él acude a la mentira, como herramienta de trabajo político. Y no le va muy bien…

No por mentir —todos los gobiernos lo hacen—, sino por lo grotesco y burdo de sus mentiras, lo que lo hace no solo el hazmerreír del planeta, sino un mitómano que despierta lástima y pena ajena. Y esto, a nombre de un país, es muy lamentable.

Maduro cree sus mentiras. No hay otra explicación para la insistencia y para la seguridad con las que se refiere a algunos asuntos, como el relativo a los millares de colombianos que están huyendo hacia Venezuela en busca de una mejor vida, o el de los enfermos, también llegados desde Colombia, que tienen copado el sistema de salud del vecino país.

Ya ni como chistes se cuentan estas mentiras. Son trivialidades.

Otras, en cambio, son preocupantes, porque podrían demostrar que Maduro no está en sus cabales. Decir, por ejemplo, que el miércoles en la tarde recibió una carta del presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, invitándolo a la Cumbre de las Américas, es alucinante, porque la carta fue enviada el 11 de noviembre…

Igual ocurre con una supuesta llamada telefónica de Juan Manuel Santos, a la que Maduro le concede gran importancia, porque en ella el presidente colombiano le plantea la necesidad de dialogar sobre asuntos de interés bilateral. Esto no estaría mal, solo que la llamada nunca ocurrió. Ni podrá ocurrir en un buen tiempo, porque, en concepto del ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, con Venezuela el palo no está para cucharas.

Pero, al parecer, el de Maduro es un mal que afecta a otros altos funcionarios, como el ministro del Interior, Néstor Reverol, quien sostuvo, sin pruebas, claro, que unos 150 venezolanos fueron reclutados por el Ejército colombiano y adiestrados en Norte de Santander como soldados, para atacar a Venezuela dentro de su territorio. A cambio, según el ministro, reciben “de manera expedita documentos de identidad colombiana, cédula de ciudadanía y luego son incorporados de manera inmediata al servicio militar obligatorio colombiano”.

Esa feria de las mentiras en la que anda enfrascado el gobierno venezolano podría ser producto de esquizofrenia, si no fuera porque la edad del presidente y de su ministro da más para hablar de demencia senil…

Image
La opinión
La Opinión
Sábado, 17 de Febrero de 2018
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día