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La fuerza tranquila

El Catatumbo necesita que lo orienten gentes nacidas en su suelo, que de verdad lo sientan, que lo amen, que les duela.

El futuro del Catatumbo pasa por sus juntas de acción comunal, por un nuevo liderazgo, limpio, transparente, honrado y esforzado, realmente dedicado a velar por los intereses de la comunidad, lejos del partidismo radical y violento que, en reemplazo de las organizaciones guerrilleras, se ha apoderado de esa zona.

El Catatumbo necesita que lo orienten gentes nacidas en su suelo, que de verdad lo sientan, que lo amen, que les duela, que no le destruyan sus bosques para bloquear las carreteras con el fin de violentar derechos básicos de los demás.

Son necesarios allí, personas que entiendan que su derecho termina donde el de otros comienza, y que por lo mismo dialogue en las mesas de negociación y no incendie camiones que mueven el país, como ocurre estos días, solo porque a ciertos personajes, oscuros y extraños a la zona, únicamente les interesan el caos, el desorden y la violencia.

La acción comunal es la fuerza tranquila del país, contraria en lo absoluto a la anarquía que se pretende instaurar como método para forzar al gobierno a ceder ante peticiones absurdas como la de legalizar el cultivo de la coca, de la marihuana y de la amapola, fuentes esenciales de las peores drogas.

La zona del Catatumbo tiene de esos líderes. Lo demostraron este miércoles cuando, luego de caminar hasta 12 horas por las carreteras bloqueadas, llegaron hasta la Asamblea departamental a exponer sus necesidades.

Y lo hicieron con mesura, con sensatez y tranquilidad, sin gritos ni tropelías ni amenazas, y sin una piedra en una mano y un coctel molotov en la otra, como a esa misma hora ocurría en el norte, sin retar ni vituperar a las fuerzas del orden.

Gracias a la labor callada de los dirigentes comunales, el factor virulento de la realidad del Catatumbo está cada vez más aislado y en una minoría que amenaza con llevarlo a su desaparición. Quizás la violencia de estos días tenga su origen en esta situación de desventaja.

Y en esa tarea de asumir la vocería legítima, esta sí, de los más marginados de la zona, la mujer tiene mucho que ver. Aún les falta, pero ya hay señales de que ellas asumirán el papel que les corresponde en la dinámica social del Catatumbo y del departamento.

Estos nuevos líderes, con fuerza y determinación suficientes para asumir la responsabilidad que les corresponde, no andan en camionetas blindadas y rodeados de escoltas, sino a pie, ni dicta órdenes desde lujosas oficinas financiadas desde el extranjero, sino que están allí, en el surco, en la calle de la vereda, bajo el sol que todos sus vecinos sienten, y no dan órdenes, sino que las reciben de sus gentes.

Esa de estos nuevos líderes es una diferencia notoria que les granjea las simpatías de la comunidad y de la autoridad, y que hace fácil encontrar las soluciones, porque las buscan en la mesa de diálogo, no desde la barricada…

Es obligación fundamental del gobierno y de la comunidad brindarle apoyo a esta fuerza silenciosa pero eficaz como ninguna otra, que de verdad, no solo de palabra, defiende su derecho de vivir en paz, mientras otros hacen hasta lo imposible por revolver el río para pescar lo que solo a ellos interesa.

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Jueves, 2 de Noviembre de 2017
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