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Editorial
La incómoda prensa
Son, verdaderamente, tiempos difíciles para la misión de informar oportuna, veraz e imparcialmente, y de fiscalizar al poder y a los poderosos.
Jueves, 25 de Octubre de 2018

El poder, todo poder, caracteriza siempre a la prensa como su enemigo, y le dedica recursos de todo tipo a su tarea sistemática de neutralizarla. Hay razones: la prensa es el contrapoder por antonomasia, es el fiscal permanente e irreductible del poder y de los poderosos, a nombre de la sociedad. De toda la sociedad.

Esa realidad de la prensa es permanente y definitivamente incómoda para los poderosos, en especial en campos como la política —y el Gobierno a todo nivel— y la economía. No hay duda de que, por esencia, la prensa, entendida como todos los medios de comunicación, es parte fundamental de un conflicto constante, que parece estar escalando paulatina e inexorablemente.

Hoy, poderosos como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, son enemigos declarados de la prensa seria, a la que dedica calificativos inéditos en el lenguaje presidencial de su país, con consecuencias insospechadas, pero que por ahora se traducen en muerte de periodistas —algo que, por fortuna, en Colombia parece haberse superado—, bombas a periódicos y discriminación.

Estos días, terminó en Salta (Argentina), la asamblea anual de la Sociedad Interamericana de Prensa (Sip), organismo privado que aglutina a por lo menos 1.300 publicaciones del continente, y el balance es todo lo preocupante que puede ser el hecho de que en lo que va del año hayan sido asesinados 31 periodistas. De ellos, 21 en el último semestre (el más reciente, hace dos noches).

La parte pertinente del informe final dice: “Nueve profesionales fueron muertos en México, siete de Estados Unidos, dos en Brasil, dos en Colombia –los colegas ecuatorianos del diario El Comercio asesinados por orden de alias Guacho– y uno en Nicaragua. Todos eran profesionales jóvenes que desarrollaban tareas de gran valor para sus respectivas comunidades, pero que no resultaban gratas para algunos que comenzaron a hostigarlos, amenazarlos y agredirlos, hasta que los eliminaron físicamente”.

Son, verdaderamente, tiempos difíciles para la misión de informar oportuna, veraz e imparcialmente, y de fiscalizar al poder y a los poderosos. Es esta, tal vez, la época más complicada y peligrosa que ha enfrentado la prensa en los tiempos modernos, en especial porque los ataques tienen origen en la cúspide del poder.

No hay duda de que las bombas de estos últimos días en Estados Unidos, incluida y en especial la enviada al edificio de CNN en Nueva York, son resultado de las instigaciones de Trump, que ha calificado a la prensa como una enemiga de la sociedad, solo porque lo cuestiona y lo critica en su labor.

Y, en Estados Unidos, declararla enemiga de la sociedad es equipararla con los terroristas, con los criminales más avezados, con países que financian el terror, con las mafias… 

No todo fueron malas noticias, valga el término, en la asamblea de la Sip de Salta. La colega caleña María Elvira Domínguez, directora y gerente de El País, de Cali, fue elegida presidenta de la organización. Es este, un reconocimiento a la tarea de toda la prensa colombiana, en especial a la de provincia, de ordinaria más frágil y desvalida que los poderosos medios de las grandes ciudades.

Como miembro de la Sip, La Opinión se congratula con El País y con su directora, y reafirma su compromiso ineludible de seguir siendo el contrapoder que es.

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