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Editorial
La inflación
Dicho retroceso acarrea una complicada situación para las personas que devengan el salario mínimo.
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La opinión
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Martes, 10 de Mayo de 2022

Llenar la canasta o el carro en el supermercado con la misma cantidad de productos se está volviendo cada día más costoso en el país, porque el dinero no alcanza y la capacidad de ahorro ha resultado severamente golpeada por este fenómeno.

El propio Banco de la República en un comentario sobre ¿por qué es importante tener una inflación baja y estable?, ha advertido que los asalariados y las personas jubiladas tienen menos mecanismos para protegerse de la erosión inflacionaria de sus ingresos.

Lo que está pasando con el costo de vida le acaba de dar la razón  al Emisor. El DANE reveló que en abril la tasa anual del Índice de Precios al Consumidor se trepó al 9,23%, la más alta en dos décadas.

Y eso debe motivar –más allá de un debate- la búsqueda de acciones contundentes porque nos hemos devuelto en el tiempo a  julio de 2000, cuando la variación anual de la inflación en Colombia se situó en ese entonces en el 9,29%.

Dicho retroceso acarrea una complicada situación para un gran segmento de la población que devenga el salario mínimo que para este año fue fijado en un millón de pesos luego del aumento del 10,07%, porque el costo de vida prácticamente ya se consumió ese aumento, poniéndola en riesgo de caer a la vulnerabilidad, de acuerdo con los analistas.

Al detallar las estadísticas oficiales se encuentra que por niveles de ingresos el IPC golpea más duro a los que tienen menos recursos, como se deduce de lo siguiente: los pobres tienen una inflación del 11,226%, los vulnerables del 11,07%,la clase media del 9,43% y los de altos ingresos un 7,46% de impacto inflacionario.

Para el caso de Cúcuta, en este aspecto tan sensible para el bolsillo y el presupuesto familiar, resulta que el mes pasado se situó en el segundo puesto en el país en esa medición inflacionaria anualizada, con un índice del 12,38 %.

Todo eso lo que se traduce es en los grandes descensos del consumo y hasta en las determinaciones riesgosas de muchos hogares que asfixiados por este fenómeno, se ven presionados a recortar gastos en alimentación para atender otros como arriendo o servicios.

Toda la razón le asiste a Mario Zambrano, coordinador de Cúcuta Cómo Vamos, cuando notifica que desafortunadamente en la ciudad la variación de los precios de la canasta familiar ha crecido al ritmo que lo hace el país, impactando fuertemente a la población más pobre, teniendo en cuenta que la pobreza es un problema estructural.

Y retomando las advertencias del Banco de la República, es indispensable anotar que la carga inflacionaria también se refleja en las empresas que deben destinar más recursos al manejo de su portafolio para evitar pérdidas financieras. Estos son usos improductivos que no generan riqueza a la sociedad, señala la entidad.

No olvidemos que son diversos los motivos que han empujado esta oleada alcista, que no sólo ocurre en Colombia: aumento del precio de los insumos en el mundo, la fuerte temporada invernal, las fuertes variaciones al alza del dólar que encarecen la importación de materias primas y alimentos, entre otros.

Le queda al Gobierno Nacional y a su equipo económico y a las autoridades monetarias seguir en la planificación de acciones conducentes a enfrentar este grave mal que deteriora el ingreso y le quita capacidad de compra a los hogares, en un ciclo que llega a afectar negativamente a todo el aparato productivo y económico del país.

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