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La informalidad

Nada deja ver, por el momento, soluciones al problema estructural de la informalidad laboral que necesita acciones audaces.

Dramáticamente, el día a día golpea de manera contundente a Cúcuta que desde hace muchos años no ha podido levantar cabeza en el frente del empleo, al continuar galopando en los primeros lugares en desempleo y deshonrosamente ser campeona en informalidad laboral. Nada deja ver, por el momento, soluciones a este problema estructural que necesita acciones audaces para ponerlo a raya y desterrarlo.

Lo expuesto por el DANE de que la capital de Norte de Santander sigue liderando la informalidad laboral con 73,3 %, dato que al ser contrastado con el índice del país lo sobrepasa en 26,3 % en la medición del trimestre móvil junio-agosto. Otro indicador para ratificar la magnitud de este mal, surge del listado de ciudades, el que la campeona Cúcuta le lleva una ventaja de 8,3% a Sincelejo que es segunda.

No hay que ser expertos para señalar que estamos ante la metástasis de un ‘empleo sin calidad’ que está en el lado oscuro de lo que debiera ser el trabajo decente como el que se plantea en los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsados por Naciones Unidas: “Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”.

Al leer, releer y volver a leer el enunciado entrecomillado, se advierte que es escaso, muy poco o nada lo que en Cúcuta y el área metropolitana han hecho los gobiernos nacional, departamental y local para que esa quimérica meta de la ONU se cumpla. Por el contrario, lo que se advierte en esta frontera es el estancamiento, la pérdida de oportunidades, ejércitos de desempleados y subempleados a granel, añadiéndole un ingrediente inesperado, como el del éxodo venezolano.

Esas famosas contrataciones temporales de personas para hacer tareas de tránsito y de ornato por parte de la Alcaldía de Cúcuta no pasaron de ser un asunto de tipo asistencialista. Igualmente, tampoco hubo un impacto positivo por parte de la famosa figura del primer empleo.   

A ese desalentador panorama debemos sumarle lo expuesto por la ministra de Trabajo, Alicia Arango: “Las elevadas y persistentes tasas de desempleo e informalidad demuestran una capacidad relativamente baja del tejido empresarial que hay en la ciudad (de Cúcuta) para generar empleo (…)”.

Luego es entendible que una encuesta de Cúcuta Cómo Vamos señalara que el 70% cree que la ciudad va por un mal camino y el 74% de los consultados advirtiera que en estas tierras es difícil conseguir empleo. Todo ello concuerda dibujando un triste y desolador cuadro socio-económico.

Todo esto indica que de los lamentos hay que pasar a la urgente acción. Es hora que la ciudad y la región, sin populismos ni personalismos ni fanatismos, lance una cruzada en pos de su recuperación porque ya el deterioro de las condiciones de vida de miles de sus habitantes se está volviendo insostenible.

Aquí no son indispensables más exámenes porque la ciudad está sobrediagnosticada, sino pasar a las manos a la obra y darle operatividad a los anuncios estatales como el de la Zona Económica y Social Especial, con los beneficios señalados, en materia de empleo, que son tan importantes en estos tiempos.

Pero no solo en ese aspecto. También que se definan planes de choque para darles oportunidades de empleo a miles de personas. El Gobierno Nacional tiene la posibilidad de hacerlo. Además, la economía naranja y el apoyo al emprendimiento debería darle prioridad 1A a Norte de Santander, por todos los males que lo agobian y que todos conocemos bien. Como dijimos, hay que ser audaces a la hora de salir de esta crisis que va rumbo a volverse intolerable.

Martes, 15 de Octubre de 2019
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