Una apuesta en la que Norte de Santander y la frontera deben de coincidir es jugársela para que el nuevo planteamiento del Gobierno Nacional en procura de la paz total sea una iniciativa viable, porque de ahí surgirán muchas alternativas positivas para el futuro de la zona.
Tener en nuestro territorio a varios de los componentes con los que el Ejecutivo pretende adelantar esos diálogos de paz, negociaciones y procedimientos para el sometimiento -dependiendo de las acciones que ejecutan cada una de esas organizaciones- debe llamarnos a procurar que esto tenga un buen término.
Por ejemplo, la anunciada reanudación de las conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional (Eln) es esencial para procurar el inicio de la consolidación de la paz en esta parte del país, donde dicha guerrilla se ha hecho fuerte.
Este grupo subversivo cuenta con presencia en la frontera colombo-venezolana, en el Catatumbo, en Villa del Rosario, en Cúcuta y en otros municipios del departamento.
Buscar estos acercamientos en las mesas de diálogo, en los que por ejemplo volverá a tener papel central Venezuela, al pedirle el presidente Gustavo Petro a su homólogo Nicolás Maduro que sea garante en estas conversaciones, ojalá terminen en el camino correcto deseado por todos, para lograr la paz con verdad, con justicia social, con reparación y compromiso de no repetición.
Un asunto que puede interpretarse como un importante oxígeno para este plan, es el apoyo de Naciones Unidas que ha sido ratificado para que nuestro país por fin logre llegar a instantes en que la vida sea el componente más importante y el conflicto armado sea desactivado en un alto porcentaje.
En ese sentido es muy diciente lo expuesto por Carlos Ruiz Massieu, representante especial del secretario de Naciones Unidas, ante el gobierno colombiano.
“Reiteré al presidente Petro el apoyo del Secretario General de la ONU a su política de paz total, anclada en aceleración de la implementación del Acuerdo de Paz, negociación con Eln y diálogo con otros grupos orientado al acogimiento, para llevar paz a todos los rincones de Colombia”.
Ahí en esas palabras puede verse la esperanza mundial de que esta importante esquina latinoamericana bañada por dos océanos, pueda mostrase precisamente por ese elemento y no por los constantes baños de sangre como consecuencia de años de guerra interna, con miles de muertos, desaparecidos, desplazados y miles de víctimas en búsqueda de reparación.
Nuestro microcosmos regional también podría ser el reflejo del triunfo o la derrota de esta nueva política, con las respuestas y definiciones concretas que se logren con las disidencias de las Farc, las Autodefensas Gaitanistas, los reductos del Epl, entre otros, de aceptar las condiciones planteadas.
Lógicamente que la comunidad internacional también tiene un papel esencial, desde el punto de vista de la lucha contra las drogas, donde vuelve a plantearse que es indispensable un cambio en ese paradigma de la guerra y pasar a una posible legalización, previo el desmonte de todas las organizaciones y cadenas dedicadas a este negocio que deja miles de muertos en varios países del mundo.
La tarea no es nada fácil. Suena hasta quimérica. Pero habrá que hacer el esfuerzo Y aprovechar que Naciones Unidas sigue siendo partidaria que la salida es la paz, y convocarla para que nos sirva en acciones de facilitación, mediación y acompañamiento.
Una labor de esa magnitud de la ONU sería importante frente a la suspicacia y poca credibilidad que en algunos sectores sociales y políticos se respira y porque así también se les podrá exigir a esos actores armados que en caso de incumplimiento se les podría venir en su contra hasta la justicia internacional.
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