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La reconstrucción

Porque si la violencia estalla, arreglar a Venezuela será tarea de muchos años y esfuerzos.

Realmente, suenan algo optimistas los expertos que calculan que el proceso de reconstruir a Venezuela tardará unos 10 años. Claro, si esa tarea comenzara ya y todos los esfuerzos estuvieran encaminados a superar los catastróficos efectos de la política partidista en la economía.

Pero, comenzar hoy no es posible, pues la causa de la tragedia sigue viva y, al parecer, no es posible neutralizarla de manera efectiva. Y la causa no está solo en la vigencia del gobierno de la revolución bolivariana y socialista y la permanencia de Nicolás Maduro al frente de los destinos del Estado. Tiene que ver con asuntos de mayor calado.

El hecho de que la revolución y Maduro estén actuando tiene que ver con la profunda raigambre que ha logrado en la sociedad el chavismo en 20 años, que se traduce en un respaldo, hasta ahora incondicional, de miles y miles de venezolanos dispuestos aún a defender al presidente y a la revolución, y con la presencia de las fuerzas armadas en la vanguardia política y económica del país.

No es posible hacer precisiones en torno de cuál es la fuerza popular de cada bando en pugna: entre los emigrados, no todos, aunque quizás sí, la mayoría, apoya la salida de Maduro y el fin de la revolución. Pero también hay entre ellos muchos que la respaldan, y que están fuera porque no encuentran formas de vida deseables en su país. Tampoco todos los que aún permanecen dentro respaldan al Gobierno, ni todos los militares están a su favor.

Los expertos han medido muchas variables económicas y de otro orden, pero quizás ninguno se ha detenido a calcular la intensidad del odio sembrado entre los venezolanos por razón del partidismo político. Es como en Colombia: un odio que puede llevar a extremos si se trata de sobrevivir, con la diferencia de que allá, quien odia no tiene la menor idea de lo que genera materializar ese sentimiento en, como ejemplo, una guerra como las muchas colombianas. Sin ese conocimiento, el odio allí puede llegar muy lejos…

La economía se puede reconstruir con una especie de Plan Marshall con todo el mar de petróleo del país como eje. Igual pasa con la infraestructura y con la muy escasa agricultura, y con la industria de minerales estratégicos, y con el turismo y con el empleo. Pero la profunda división política no facilita las cosas en cuanto a la reconstrucción del tejido social. Y es en este aspecto, y en el relativo al detrimento moral de miles de venezolanos que saltaron la ley, donde se debe poner el énfasis.

Los militares son, también, un problema para tratar con guantes, en especial por el pequeño ejército, en sí mismo, de 1.200 generales y otros miles de oficiales, que no están dispuestos a ceder sus privilegios solo porque hubo un cambio en las reglas de un juego en el que a ellos les toca ser perdedores de antemano.

Todo lo anterior es considerado en el caso en que no se desate la violencia que se prevé entre grupos armados a favor y en contra de que haya cambio o no de régimen. Porque si la violencia estalla, arreglar a Venezuela será tarea de muchos años y esfuerzos.

Miércoles, 27 de Marzo de 2019
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