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Editorial
Las elecciones en Brasil
La Presidencia se la disputan un candidato ultraderechista muy cuestionado y un candidato progresista.
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Sábado, 27 de Octubre de 2018

Quizá nunca antes en su historia Brasil llega hoy a la recta final de la campaña electoral más polarizada y sucia de los últimos años, como la han calificado con razón algunos medios de comunicación. 

La Presidencia de la mayor democracia de América Latina se la disputan un candidato ultraderechista muy cuestionado, Jair Bolsonaro, quien hace alarde sin titubeos de su espíritu provocador, pendenciero y revanchista, frente a un candidato progresista, Fernando Haddad, exalcalde de Sao Paulo, con una hoja de vida meritoria, pero a quien salpican irremediablemente los escándalos de corrupción que defenestraron a los líderes del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. 

Hasta la víspera de la trascendental jornada comicial de hoy, Bolsonaro mantiene una ventaja holgada sobre Haddad, pero éste ha logrado recortar, y la diferencia se ha reducido de 18 a 12 puntos.

La penúltima encuesta de Datafolha divulgada el jueves atribuye al candidato derechista 56 por ciento de apoyos, frente al 44 por ciento del candidato del PT.

En esta campaña no hubo debates entre los candidatos, pues Bolsonaro nunca los aceptó, ni estuvo de acuerdo con ellos. Y al mejor estilo Trump, Bolsonaro se limita a vociferar: “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos”. Haddad ha tenido como estrategia no hacer campaña solo por el PT, sino por la democracia brasileña en su conjunto, y en forma directa y contundente. 

Y al no haber debates públicos, los brasileños parecen desconcertados, pues no tienen ideas sobre cómo el presidente que resulte elegido va a encarar los graves problemas como la crisis económica, la corrupción y la violencia criminal. 

Para algunos analistas, las ansias de cambio unidas al rechazo al otro son factores con enorme peso en este duelo electoral. El rechazo que tanto el veterano diputado ultraderechista como el progresista exalcalde de São Paulo suscitan es enorme: el repudio a Bolsonaro ha subido tres puntos, hasta el 44%, y el de Haddad ha descendido dos, al 52%.

El favorito para presidir Brasil a partir de enero ha matizado en los últimos días   varias de sus propuestas, según los medios. Ha cambiado, por ejemplo, su posición  acerca del Acuerdo de París, o la fusión de los ministerios de Medio Ambiente y Agricultura. También ha tenido que disculparse públicamente con el Tribunal Supremo después de que se difundiera un vídeo en el que su hijo decía hace unos meses que para “cerrar el Supremo no hace falta un tanque, bastan un soldado y un cabo”. El Tribunal Superior Electoral ha abierto, además, una investigación sobre una supuesta campaña de propaganda a favor de Bolsonaro vía mensajes de Whatsapp pagada por empresarios afines, lo cual violaría la ley.

Pese a las actitudes y comentarios misóginos de Bolsonaro, ambos cabezas de cartel están prácticamente empatados entre las mujeres y entre los jóvenes. Los votantes LGTBI son el colectivo en el que más rechazo genera el exmilitar, que se ha cebado con ellos a lo largo de su carrera política y ahora en la campaña. Lo que está pasando en Brasil es un reflejo de la nueva oleada derechista que recorre el continente, empezando por Estados Unidos, cuyos niveles de confrontación tienen que preocuparnos a todos.

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