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Editorial
Lo que deja cumplir
¿Por qué en Arauca todo está casi resuelto, y en Norte de Santander no hay avances en ningún sentido?
Martes, 26 de Marzo de 2019

¿Por qué,  en Norte de Santander, no se puede hacer lo que logran con éxito en otros departamentos? Arauca, por ejemplo, ya erradicó todos sus cocales, y hoy es el primer departamento en lograrlo, mientras en Norte de Santander aún hay un debate interminable en torno de si adoptar un modelo u otro de erradicación.

Hay que reconocer, desde luego, que la dimensión de los cultivos de coca en Arauca estaba lejos de ser como la de Norte de Santander, que ya no está limitada al Catatumbo, pues ahora hay cocales en las veredas de Cúcuta, y a nadie le parece que es una situación más que alarmante.

La buena nueva de Arauca la dio su gobernador, Ricardo Arévalo, mientras se congratulaba con el hecho de que ese departamento también es uno de los pocos que está cumpliendo con los compromisos de los acuerdos de paz con las Farc.

Y, aun cuando la erradicación de la coca es importante, mucho más lo es el cumplimiento de las promesas formuladas por el Gobierno en torno del acuerdo de La Habana, única garantía de que Colombia pueda vivir en paz, como lo espera la inmensa mayoría de los colombianos.

En Arauca se cumplió no solo con la erradicación sino con la sustitución de los cultivos de coca, mediante el empoderamiento de los campesinos, a fin de que se conviertan en empresarios formales. El hecho de que no se hayan usado ni la aspersión con glifosato ni la erradicación forzada, no solo le dio legitimidad a todo el proceso de sustitución, sino que le evitó daños graves al medioambiente, y a la población cercana a los cultivos, especialmente.

Una de las consecuencias de ya no tener cocales se refiere al hecho de que los grupos violentos, guerrillas y bandas criminales, y pandillas de narcotráfico, no tendrán esta fuente de financiación poderosa que genera violencia en todas sus manifestaciones y colma de zozobra y malestar el ambiente.

Pero, ¿por qué allá sí y acá no se han implementado los programas surgidos de las negociaciones y el acuerdo de paz, en los que el Gobierno central es la parte fundamental para el cumplimiento de todo lo prometido? ¿Por qué en Arauca todo está casi resuelto, y en Norte de Santander, donde están presentes todos los grupos violentos del país, no hay avances en ningún sentido?

¿Es más diligente el gobernador de Arauca, que el nuestro? Quizás, aunque lo dudamos. ¿Pueden más, tienen mayor influencia los dos congresistas de Arauca que la pléyade de figuras políticas nortesantandereanas en Senado y Cámara? Los nuestros se caracterizan porque su gestión es por lo general desconocida en materia de beneficios para la región, además de que cada uno anda por su lado.

Si el Gobierno central incumple las promesas de Estado, hay una razón para que la situación de tensión en el Catatumbo se mantenga. Pero si hay diligencia de parte de las autoridades y de los servidores públicos del departamento, se puede lograr lo que Arauca logró: que se materialicen los programas de la paz.

Pero ¿qué otra cosa puede hacer el Gobierno central sino pasar agachado en el cumplimiento de promesas, si quienes son los encargados de presionar para que cumpla piensan primero en las campañas políticas que en los intereses de su región?

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