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Los atentados a Duque

Surgió una justificación sobre la cual argumentar un desistimiento de acudir a la reunión.

Ante los rumores y las consejas, nada más contundente y eficaz que la prueba de que algo fue o es cierto. Y en Colombia, no hay persona o entidad que tenga mejor información que los órganos de control —Fiscalía, por ejemplo— o los de seguridad, como el ministerio de Defensa, principalmente.

Pero, si no pueden demostrar lo que afirman, quedan en el entredicho social, y no pasan de ser unas agencias más del Estado, incapaces de investigar a fondo lo que ocurre en estos días en muchos aspectos de la vida nacional. La incapacidad se percibe en el hecho de que lo que dicen haber descubierto se queda en presunciones, o, al menos, en mera información sin fundamento.

A finales de diciembre, cuando una encuesta nacional reveló que la imagen del presidente Iván Duque caía de manera incontenible, surgió la versión oficial de que los venezolanos José Vicente Gómez Ríos y Pedro José Acosta Ovalles, detenidos en un bus que cubría la ruta Valledupar-Barranquilla, podrían formar parte de un complot gestado en Venezuela para atentar contra el mandatario colombiano.

En Armenia, el ministro de Defensa, Guillermo Botero, confirmó el hecho, y lo calificó de altamente preocupante, además de revelar que la seguridad del jefe de Gobierno ‘ha sido fortalecida con inteligencia y otras medidas adicionales.

Los hombres llevaban dos fusiles y tres proveedores con munición 5.56. Fue lo último que se supo oficialmente del ‘inquietante’ y ‘peligroso’ complot, pese a que el propio gobierno venezolano ofreció colaborar con la investigación. Un efecto del develado atentado fue el rápido mejoramiento de la imagen del presidente Duque.

Pocos días después, Maduro asumió la presidencia de Venezuela, y vinieron las acciones internacionales contra él, lo que catapultó la imagen de Duque a niveles que él nunca había tenido. Pero ante el fracaso de todo el plan del 23 de febrero, de nuevo la imagen comenzó a caer por la vía rápida.

Contrario a dialogar con los indios del Cauca en minga, Duque se percató de que radicalizar su postura llevaría a que el bloqueo de la carretera Panamericana se extendiera sin control. Se selló un acuerdo que incluía despejar la vía y celebrar una reunión del presidente con los indios en el Cauca, de tal modo que Duque asistiría a regañadientes.

El mismo día, una alianza de radio y televisión publicó los resultados de una medición de la imagen del presidente. Según los consultados en las cuatro mayores ciudades del país, la imagen negativa del presidente es de 58 por ciento, frente a un débil 38 por ciento de favorabilidad.

Pero surgió una justificación sobre la cual argumentar un desistimiento de acudir a la reunión: otro complot para atentar contra la vida de Duque, con armas de alta precisión, según informe del fiscal general, Néstor Humberto Martínez. La conclusión de todo fue la negativa del presidente a reunirse con los indios en un sitio abierto, cuestión lógica ante lo declarado por el Fiscal General, así estos le hayan ofrecido todas las garantías posibles de seguridad, a través de su guardia indígena.

Son coincidencias, meras casualidades de que los atentados develados hayan coincidido con temporadas de dificultades para el presidente. Desde luego… Pero, el hecho de que nadie entregue más detalles sobre lo que se pueda saber de las dos conspiraciones, le quita fuerza a la coincidencia.

Y el país no está ni para lo uno ni para lo otro.

Jueves, 11 de Abril de 2019
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