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Los hospitales

En las gerencias hospitalarias es fundamental que brillen la eficiencia y la eficacia, mientras  que la honestidad debe deslumbrar.

Coronavirus coincidió con la terminación del periodo de gerentes de los hospitales públicos en Colombia, que para el caso de Norte de Santander significó la prolongación por un mes del periodo de quienes están en esos cargos, mientras que avanza el proceso de selección y nombramiento.

Como hoy nada es igual, ese procedimiento ya no debe de estar contagiado ni por la politiquería, la componenda o la corrupción porque llegó la hora de que el sector de la salud deje de ser tratado como un elemento para el enriquecimiento, el negocio torticero o la repartija burocrática.

Como debemos empezar a escribir una nueva historia, la llamada meritocracia tiene que ser real, contundente y verdadera, y no un sofisma de distracción dentro de aquella famosa y oscura práctica de ‘cambiar todo para que nada cambie’.

Contra esta maniobra es indispensable actuar dentro de los cánones de la ética, la exigencia de las más altas calidades, el compromiso de evitar que lleguen allí ‘lobos con piel de oveja’ y reclamar de organismos como la Contraloría, la Procuraduría y la Fiscalía que actúen de manera radical y sin contemplaciones a la menor tacha de actuaciones Non Santas.

La COVID-19 nos ha dicho que las frágiles condiciones hospitalarias dentro de un débil sistema de salud colombiano, necesitan de una operación urgente o de una contingencia de carácter extraordinario para dar el salto definitivo hacia un servicio  que concuerde con el Estado social de derecho del que habla la Constitución colombiana. 

Así que los gobernadores y los alcaldes que tienen empresas como la ESE Imsalud, están llamados a dar ese cambio extraordinario al momento de estructurar y nombrar a quienes manejarán esas instituciones.

En las gerencias hospitalarias es fundamental que brillen la eficiencia y la eficacia. La honestidad debe deslumbrar. La capacidad tiene que ser un activo de alta valía. El conocimiento y es igualmente un elemento vital, mientras que el guiño político o de los poderosos contratistas debe ser erradicado por ser un mal peor que la pandemia que ataca a la humanidad.

Por esa razón ha llegado la hora de cerrarle definivamente la puerta a esos grupúsculos que se aprovechan para poner sus fichas y luego hacer contrataciones que les dejan millonarios réditos a costa de miles de pacientes y de la depredación del presupuesto de la salud.

Norte de Santander, para fortuna nuestra, tiene extraordinarios botones de muestra sobre la manera en que hay que manejar un centro hospitalario. Ahí vemos, por ejemplo a Juan Agustín Ramírez, en el Hospital Erasmo Meoz, el que lo ha conducido como una barca en medio de la tormenta, con favorables resultados económicos y de funcionamiento.

Igualmente se encuentra Hernando José Mora González quien ha estado al frente del Hospital San Juan de Dios de Pamplona, al que rescató de una dramática  situación estando hoy a salvo y hasta con sus compromisos cumplidos al día. De él también se recuerda su exitoso paso por el Centro de Rehabilitación Neuromuscular al igual que por Imsalud.

Por lo tanto, este sacudón que el coronavirus nos acaba de dar debemos tomarlo como una lección para no seguir repitiendo errores del pasado y que en el sector de la salud es el momento de transformarlo todo, porque así como nos hemos cuidado unos a otros, es igualmente urgente cortar la  propagación de los virus que lo golpean, como la corrupción, el desgreño y la acción de los politiqueros.

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Miércoles, 1 de Abril de 2020
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