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Maradona

Logró que en todo el mundo se le reconocieran sus virtudes y atributos de futbolista.

La inesperada muerte del ídolo del fútbol Diego Armando Maradona, ocurrida el miércoles de esta semana en Buenos Aires por un paro cardiorrespiratorio, se sigue lamentando en Argentina y en el resto del mundo.

Maradona pasó de niño pobre de barriada a convertirse en un hombre rico e idolatrado por su formidable talento y su creatividad en la cancha. Logró que en todo el mundo se le reconocieran sus virtudes y atributos de futbolista.

Se convirtió en símbolo de los argentinos al ganar en México de 1986 la Copa Mundo de Fútbol. Miles de niños de América Latina lo consideraron su ídolo y querían ser como él.

En los estadios siempre fue aplaudido y admirado; por fuera de las canchas no pasaba lo mismo por sus adicciones, excentricidades y su vida disoluta en general.

Por mucho tiempo fue el mejor jugador de fútbol del mundo, el genio, la figura, el más adorado. Pero también odiado y vituperado como casi siempre ocurre con personajes como él. Para muchos fue un dios, pero para otros no fue más que “un pobre diablo”. Por eso tuvo varias muertes, por sus recaídas en las drogas y el alcohol, por su vida desordenada y loca; pero el paro cardiorrespiratorio del pasado miércoles fue letal y definitivo para su vida. Muchos de sus hinchas aún no creen que esté muerto y sepultado en las afueras de Buenos Aires – la localidad de Bella Vista – donde también reposan los restos de sus padres.

Según publicaciones argentinas y las certificaciones forenses oficiales, Maradona murió solo, mientras dormía en su habitación de su casa cerca a Buenos Aires. La autopsia hecha en el hospital San Fernando indicó que falleció por una insuficiencia cardiaca aguda, congestiva y crónica que le generó un edema agudo de pulmón. En esta forma quedaron descartadas algunas versiones que alcanzaron a circular sobre otras causas de la muerte. Llegó incluso, a hablarse de un posible homicidio, lo que fue rechazado y desmentido por médicos y familiares.

En medio de sus contradicciones y tormentos, Maradona fue un hombre transparente y sincero. Todo el mundo se enteraba de lo que hacía y no hacía. No ocultó su simpatía con los movimientos de izquierda del continente y fue invitado y huésped permanente de gobernantes como Fidel Castro, Hugo Chávez Frías, los Kirchner, Evo Morales y Nicolás Maduro.

El sepelio de Maradona estuvo lleno de incidentes y situaciones que algunos consideraron las apropiadas para este ídolo. Fue una jornada caótica como la propia vida del astro.

A petición de su familia, el Gobierno del presidente Alberto Fernández decidió suspender el velatorio en la Casa Rosada – la residencia presidencial - y llevar sus  restos al cementerio de Bella Vista antes de lo previsto, a pesar de haber decretado 3 días de luto en el país, como correspondía a una persona de su importancia para el país y el mundo deportivo.

La concurrencia multitudinaria de gentes de todas las edades y condiciones sociales y económicas para darle el último adiós a su ídolo, fue apoteósica e impresionante. Por momentos las medidas y prevenciones por la pandemia del coronavirus se escaparon del control de las autoridades.

Su sepelio dio para todo: hasta para la venta de tapabocas con la figura del famoso 10.

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Sábado, 28 de Noviembre de 2020
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